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Eyyy, como dije hace unos capítulos, probablemente empiece a actualizar sábados/domingos x'd esta semana me llenaron de tareas.

Como sea, disfruten:)

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Chuuya de verdad trataba de no pensar en lo que ocurrió en la gala benéfica con Dazai. En serio, intentaba imaginar perritos, flores, cosas que le distrajeran, que le ayudaran a pensar en otra cosa... Pero de todos modos, sabía que era imposible y que el verdadero problema, iniciaría al día siguiente.

Cosa, que así fue.

Andaba en la cocina tomando café mientras los niños bebían un licuado de avena y no sé qué más, ingredientes que le insistió Sasaki que le pusiera a la bebida, cuando Dazai hizo acto de presencia.

—Buenos días —este andaba con el cabello desordenado, probablemente por culpa de estarse despertando, aún en sus pijamas que consistían en un pants y una camisa de algodón común.

Y es que, la simple voz grave y somnolienta del castaño le hacía sonrojarse y recordar varias cosas que le dijo ayer, cosas que no debería estar pensando en la mañana mientras toma café. Desvió la mirada con la esperanza de hacer a un lado todos esos pensamientos, pero... 

Dios, eres perfecto.

Te gusta romper mis reglas, ¿verdad, Chuuya? ¿Estás buscando que te castigue?

¿Qué es lo que te imaginas cuando te tocas en las noches, Chuuya? ¿A mí?

Chuuya...

—¿Chuuya? ¿Estás bien?

Más imágenes detalladas se le venían a la cabeza con cada segundo, los besos, las caricias, las palabras y, ¿lo peor? Que Dazai parecía la persona más tranquila de este planeta, como si no lo recordara o no hubiera importado para él.

Chuuya sacudió la cabeza, como si con eso los recuerdos fueran a desaparecer, y puso una expresión algo seria antes de contestar.

—Lo estoy. Estaba... pensando en la noche de ayer —terminó diciendo, esperando que el castaño captara la indirecta.

Cosa que hizo, porque sus ojos avellana parecieron perderse en los de él, tratando de decirle que sí, que necesitaban hablar, pero no aquí frente a los niños.

—¡Es verdad! Hirotsu dijo que fuiste a la fiesta elegante con papá —comentó Atsushi desde su asiento cuando escuchó de lo que hablaban los mayores.

—¿Hicieron alguna broma? —preguntó la niña con curiosidad.

Una pregunta que ambos sabían era hecha con intenciones normales y sin ningún motivo por detrás, pues Kyouka era una niña de siete años nada más. Sí, tal vez notaba la atracción que se sentían ambos hacia ellos... pero no lo inapropiado.

Dazai volteó a ver a sus pequeños con tranquilidad, una sonrisa que no llegaba a sus ojos apareciendo.

—Nop, ni una. Tal vez necesitábamos a ciertos pequeños para que nos enseñen...

Los dos niños negaron rápidamente con la cabeza.

—Preferimos quedarnos en casa comiendo pizza a ir a sus fiestas aburridas, gracias —Kyouka ya no quería ir a fiestas lujosas.

Atsushi compartía la misma idea.

Chuuya observaba todo con el ceño fruncido, un tanto molesto porque aún no podrían hablar.

Un Asunto de NiñeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora