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Bien, las siguientes semanas después de la pelea intensa que tuvo con Dazai, no fueron tan malas como Chuuya pensó que lo serían. Las cosas fueron calmándose poco a poco... o eso esperaba, porque era el cumpleaños del castaño ese día.

Andaba preparando el desayuno, omelettes de huevo, mientras los niños hablaban animadamente sobre el cumpleaños de su padre.

—Podríamos regalarle un set para químicos —proponía Kyouka, tan calmada como siempre al contrario del albino.

—¡O videojuegos!

Chuuya escuchaba todo con una sonrisa, tranquilo porque, bueno, no fue despedido luego de... aquello.

—Las dos son buenas ideas pero... creo que sería mejor pensar algo que de verdad le guste —les respondía, sirviendo los omelettes en el proceso —. Piensen, ¿qué clase de persona es?

—¡Viejo!

—Amable.

—¿Viejo y amable? —Chuuya trató de no reírse, porque eso sonaba a la descripción de cualquier abuelo —. Puede ser, pero diría que también es trabajador y centrado. Así que le gustan las cosas simples y prácticas... ¿Qué les parece hacerle la cena?

Propuso, lo que trajo como respuesta que ambos niños asintieran animadamente con la cabeza. Bien, la cena sería. 

—Espero que no estés haciendo otro trato tonto como el de la otra vez...

En ese momento, el castaño apareció en el comedor, terminando de abrocharse la camisa mientras hablaba con alguien por el celular. Chuuya tragó saliva, su mirada yendo a otra dirección instintivamente.

Estos últimos días, era como si se estuvieran evitando, las miradas se encontraban rara vez cuando estaban en la misma habitación, y hablaban lo mínimo, literalmente, solo cuando se trataba de los niños. 

—Buenos días —saludó el castaño luego de unos segundos, sentándose en la mesa, dejando el celular a un lado.

Chuuya dudó en si desearle un feliz cumpleaños... pero ey, ¿qué podría salir mal en eso? Además, él no es de las personas que no felicitan a sus jefes en sus cumpleaños. Él siempre se ha considerado alguien amable y de buena educación, así que lo hizo. 

—Feliz cumpleaños, Dazai —su voz sonó más baja de lo que esperaba... pero al alzar la vista y ver que el castaño le veía con una sonrisa, supo que sí que le había escuchado. 

—Gracias, Chuuya —le devolvió este, su mirada en el pelirrojo durando un poco más de lo esperado. 

—¡Felicidades, papá!

Por supuesto, los dos niños no tardaron en correr a los brazos de su padre, quien les recibió a gusto en un abrazo familiar. 

—Gracias, niños —Dazai se veía contento, revolviéndoles el cabello a sus hijos mientras estos le decían un sinfín de cosas.

Lo único que le gustaba de su cumpleaños, era precisamente esto; poder abrazar a sus dos pequeños sin que estos se quejaran.

Minutos después del desayuno, el castaño terminó de vestirse para luego agarrar sus cosas del trabajo para irse. De verdad le hubiera gustado tomarse el día... pero el trabajo cada día era más... además de que estaba el asunto de Sasaki, así que no tenía más remedio. 

—Los veré en la noche. Atsushi, no quemes la casa y Kyouka... cuida a Atsushi.

—¡Pero soy mayor! —reclamaba el albino, un puchero en su cara.

Un Asunto de NiñeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora