¿Es este el final?

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Hay quienes actúan por necesidad, necesidad de pertenecer a algo o a alguien. Pero hay quienes actúan ignorando lo que ya le pertenece a otros. El error está tal vez en querer ponerle una correa a lo que pensamos que es nuestro. Todo sería más fácil si entendiéramos que amar no es tener, que desear no es poseer, a veces, todo eso que pensamos que nos pertenece en realidad solo le pertenece a la imaginación. Hay cosas que, nos guste o no, jamás podremos tener. Porque cuando llegan, llegan demasiado tarde.

Chloe sale llorando llena de ira y rabia después de ver a Fabián y a Sofía juntos en la mansión. Debe hacer algo, pero la policía la está buscando, y si no anda con cuidado la encontrarán. Chloe sabe que en estos momentos solo hay alguien que la puede ayudar a dar el último golpe, un golpe que será definitivo, porque si no puede tener a Fabián, nadie más lo tendrá. Su último aliado es Cobra. Sin perder tiempo Chloe va en busca del único hombre que puede ayudarla a llevar a cabo sus deseos, y Cobra tiene el material y ella el dinero.

Mientras, Fabián sigue caminando alrededor de la piscina de la mansión, solo, mientras en su cabeza se dice a sí mismo:

—Un hijo, dios mío, Sofía me va a dar un hijo. Yo que la odié tanto, que la eché de mi vida. Y ahora daría todo por estar con ella. Soy yo el que no te merece Sofía. El que ahora es ajeno a todo esto. Fui yo quien acabo con todo. Y ahí está la mujer a la que amo, —Fabián mira la mansión.— con mi hijo en su vientre, y yo no tengo derecho a estar con ellos. Porque mi vida está lejos de aquí.

Marcus ha vuelto a la mansión, en unas horas debe coger un vuelo con Pharrell para volver a los Ángeles, pero quiere despedirse de Sofía otra vez. Cuando llega y ve a Fabián caminando por la piscina, decide hablar con él, necesita saber que Sofía va a estar bien mientras él no esté.

—Fabián, ¿Qué haces aquí? ¿Hay algo en lo que te pueda ayudar?

—Nadie me puede ayudar en este momento, y mucho menos lo puedes hacer tú.

—No me sigas viendo cómo tu enemigo, no lo soy.

—¿Qué puedes hacer por mí? ¿Qué puedes hacer por un hombre que se hundió a sí mismo?

— Tal vez decirte que todavía hay un camino por el que puedes salir.

—¿Tú lo sabías? Tú sabías que Sofía estaba esperando un hijo mío.

—Sí. Traté de decírtelo el día que nos encontramos en el bar, pero no me dejaste. Tu odio por ella era mucho más fuerte.

—¡Cómo querías que me sintiera! Tú estás enamorado de ella, y lo sabes muy bien.

—¡Y eso que! ¡Eso no bastó para que ella cambiara sus sentimientos por ti!

—¡Bueno, y entonces porque no la dejaste en paz! ¿Por qué no te alejaste de Sofía? Yo pensé que había algo entre vosotros.

—A mí me hubiera encantado ser el dueño de su corazón, pero ella nunca me dejó entrar. ¿Sabes por qué? Porque en su corazón está escrito con sangre tu nombre. Y esa mujer maravillosa que soportó tu odio, tu desamor, no solamente te va a dar el tesoro más grande que una mujer le pueda dar a un hombre. Si no que también te va a amar por el resto de sus días.

Fabián al oír las palabras de Marcus tan sinceras baja la cabeza avergonzado.

—Ya sé que no hay nada que pueda reparar lo que hice, fui muy injusto con ella, y ese va a ser mi castigo. Saber que nunca más la voy a poder tener.

—Siento mucho que todo esto haya terminado así, pero un día te lo advertí, te dije que corrías el riesgo de perderla.

Marcus se aleja de Fabián que abandona hundido la mansión.

Saga Venganza y Amor. Amor convertido en venganza. Volumen 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora