No tenía idea de lo que estaba haciendo en mi vida ni de lo que ocurriría y eso sólo me hacía ponerme más nerviosa.
Tal como había dicho, JiMin me llamó en la noche para obligarme, otra vez, a salir con él y para no tener que enfrentarme a una desagradable sorpresa no tuve más opción que resignarme y prepararme para salir junto al extraño chico.
Me sobresalté cuando escuché el sonido de la bocina de un auto fuera de mi casa. Me acerqué a la ventana de mi habitación para ver y entré en pánico al reconocer que era JiMin que ya había llegado por mí.
—Bien, puedes hacer esto, SunSook—me hablé a mí misma. —Vamos.
Tras tomar mis cosas e intentar esconder mi nerviosismo, salí de la casa. Él estaba ya afuera del automóvil esperando y sonrió al verme.
—SunSook, me da tanto gusto verte. Estás hermosa.
Rogué para que el rubor no subiera a mis mejillas y esas tontas palabras no me afectaran tanto.
—Sí, que alegría verte también—ironicé. —Me encanta salir con chicos que me amenazan y me fuerzan a aceptar sus planes.
Rió fuerte al escucharme y fruncí el ceño.
—No te tomes a mal que te haya prácticamente obligado a venir conmigo, SunSook, es sólo que sabía que si te invitaba normalmente era probable que rechazaras venir y realmente no se me ocurrió alguna otra cosa para que salieras conmigo. Creo que, además, tenemos varias cosas que hablar que quedaron pendientes.
Carraspeé recordando lo tonta que había sido ese día y la humillación volvió a colarse dentro de mí mientras veía la sonrisa inocente del rubio.
Tonto JiMin.—No sé que es lo que has planeado, pero creo que deberíamos irnos ya.
Sonrió un poco y asintió.
—Seguro. Adelante, SunSook—abrió la puerta del asiento copiloto para mí.
Algo incómoda con toda la situación, entré en el vehículo y al segundo siguiente el también se sentó en su asiento y empezó a conducir hacia algún lugar que desconocía.
Los nervios eran algo que apenas podía controlar. Me sentía tan ansiosa y asustada de todo que preferí guardar silencio absoluto mientras me concentraba en las canciones que sonaban en la radio.
No hubo alguna palabra de JiMin tampoco en todo el camino, sin embargo, podía notar las miradas que me daba y eso era bastante difícil de sobrellevar para mí.Después de un rato, él finalmente se detuvo a un lado de la carretera en un lugar que no podía distinguir por la oscuridad de la noche.
Cuando bajó del auto bajé yo también y me desconcerté al ver el lugar en el que estábamos.Era un club campestre muy afamado en el país; exclusivo y costoso y que en definitiva jamás pensé pisar en mi vida.
JiMin se mantenía sonriente y yo me pregunté que hacíamos ahí si el lugar ya ni siquiera estaba abierto por lo tarde que era.—¿Qué hacemos aquí?—pregunté confundida volteando a verlo.
—Aquí vamos a estar un rato para conversar—dijo obvio.
—¿Eres miembro de este club?—cuestioné impactada.
Él volvió a reír y negó con la cabeza.
—No, no tengo tanto dinero para eso, pero tengo la fortuna de ser buen amigo del hijo del dueño y, como me debía un favor, fue muy amable al permitirme entrar gratis aquí—rió. —Realmente quería que pudiéramos vivir una noche especial.
Sentí mi corazón agitarse al escuchar su voz dulce y la manera atenta en que sus ojos continuaban viéndome.
Él era tan lindo que me hacía odiarlo.—No era necesario hacer tanto—murmuré sin saber que decir.
—Es todo lo que planeé, así que espero te guste. Vamos.
Me sobresalté cuando tomó mi mano de imprevisto y empezó a guiarme a través del lugar. Decidí no protestar o negarme, después de todo parecía que ya no tenía más opciones.
Caminamos entre la oscuridad y quise reír de pronto porque jamás imaginé que me pasaría algo así. ¿Quién creería que ese amargado chico que había conocido esa mañana tras el incidente con el alcohol era el mismo que me estaba sonriendo de esa forma tan hermosa y que estaba haciendo tantas cosas por mí?
Era tan loco que ni siquiera yo lo creía.—¿A dónde se supone que estamos yendo?—hablé viendo como atravesábamos el campo en medio de la oscuridad.
—Espera un poco, ya casi llegamos.
Minutos después, mis pies se detuvieron involuntariamente al ver una mesa a orilla del lago rodeada de árboles que estaba iluminada con muchas luces pequeñas que hacía que todo de viera realmente precioso.
Abrí la boca con conmoción.—Bien, es aquí—me sonrió el rubio soltando mi mano. —Bienvenida a su cita, señorita Do SunSook.
Lo ví estupefacta, sin encontrar algo para decirle porque eso en definitiva había superado cualquier expectativa que podría haber tenido.
—¿Es bonito, cierto?—volvió a hablar aún cuando yo no decía nada. —Me esforcé mucho para que quedara lindo, porque quería que no te arrepintieras de venir hoy.
—¿Realmente planeaste esto para mí?—apenas articulé viéndolo sorprendida. —¿Por qué?
—Ya te lo dije antes; porque me gustas.
Yo no sabía si lo que había leído sobre enamorarse en los libros era real, pero en ese momento podría jurar que sentí las mariposas en el estómago de las que todos hablaban y, maldición, era la cosa más genial que había sentido en toda mi vida.
—¿No estabas bromeando conmigo? ¿De verdad te gusto?—las palabras apenas podían salir de mi boca.
—Por supuesto que es verdad—sonrió. —No tengas ninguna duda sobre eso.
Quise gritar.
—Pero...es que–
—¿Por qué no comemos antes de tener esta conversación? Mi amigo, que es un grandioso cocinero, también cocinó algo realmente especial para nosotros. Deberíamos probar.
Creí que era la mejor cosa que JiMin había dicho hasta ahora. Necesitaba tiempo para asimilar lo que me había dicho y lo que yo debía decirle.
Asentí.Con una sonrisa amable sacó una de las sillas y me la ofreció.
Me senté con torpeza y al segundo siguiente sus ojos ya estaban fijos en los míos otra vez cuando se sentó frente a mí.
Quizá las cosas no iban a ser tan malas como había pensado.💙💙💙
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¡𝚖 𝚊 𝚕 𝚍 𝚒 𝚝 𝚘 𝚢 𝚊 𝚍 𝚘 𝚛 𝚊 𝚋 𝚕 𝚎 𝚓 𝚒 𝚖 𝚒 𝚗 ! [editando]
FanficUna mañana, SunSook despierta en la casa de un desconocido. Un desconocido bastante desagradable, pero demasiado lindo. Park JiMin.