👠 Capítulo Especial 👠: Las citas de Olivia

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LAS CITAS DE OLIVIA

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LAS CITAS DE OLIVIA

¿Hasta qué punto se pueden medir las consecuencias de nuestros actos? ¿Hasta dónde es posible calcularlas?

Olivia tenía un carácter abierto y había aprendido muy bien la lección de «vivir el momento», por eso podía parecer que era impulsiva y alocada. Mas por norma general, aunque era vivaz y decidida, siempre solía meditar muy bien las consecuencias de sus actos.

Héctor era, sin duda, la excepción que confirmaba esa norma.

Se había lanzado a sus brazos en cuestión de segundos, como si ella estuviera hambrienta y él fuera un banquete. Y ese viernes no fue algo metafórico sino literal; no se pudo despegar de él, de su boca, de sus labios, de sus besos... hasta que Lucía les interrumpió.

Eso les sirvió para sentarse a hablar. Por fin, Héctor se abría en canal y le desvelaba el secreto que había tras su tristeza; esa aura que ella había visto en su mirada desde el principio y que la había intrigado y atraído a partes iguales.

Rita. Rita era su nombre. La mujer que le había roto el corazón a su morenazo.

Al principio, Olivia la odió por hacerle tanto daño a Héctor pero después pensó que esa chica no tenía la culpa de no corresponderle y agradeció la oportunidad que se le ofrecía. Lograría borrar su recuerdo y recomponer los pedazos que, con su negativa, ella había dejado en el alma del baloncestista.

En ello estaban, besándose apasionadamente de nuevo, cuando sonó la alarma para darle la medicación de la tarde a su madre.

Subió con alegría a la parte de arriba de la casa que parecía casi un hospital: un baño adaptado en su totalidad, una habitación dónde guardaban y cargaban la grúa y otros aparatos eléctricos que Hoa necesitaba, así como la lencería y los productos higiénicos (pañales, empapadores, etc.) y un enorme dormitorio, que se había conseguido gracias a tirar dos tabiques, con vistas al jardín trasero.

En él, vivía recluida casi todo el tiempo, Ainhoa Santoro. Olivia y Allegra lo habían decorado con buen gusto, pero la cama motorizada, la silla de ruedas con correas, los goteros y demás instrumental que siempre se encontraba diseminado por allí, le seguían dando un aire a hospital privado muy particular.

—Mami, ¿sabes qué? ¡Ha venido Héctor! —dijo con alegría y empezó a explicarle con emoción, cómo se sentía.

Olivia no había dejado de hablarle a su madre ni un solo día. Hoa hacía tiempo que no reaccionaba a sus palabras más allá de mirarla con fijeza, como si le resultara vagamente familiar pero no fuera capaz de ubicarla, aunque esto no desanimaba a la taheña.

Le dio las pastillas disueltas en una gelatina, le recolocó las almohadas, comprobó que el pañal siguiera seco, que las protecciones de codos y talones estuvieran en su sitio, le cambió las goma-espumas que le ponían en las manos para evitar que se clavara las uñas con los movimientos coréicos que le hacían apretar los puños sin control y que el colchón antiescaras siguiera su perpetuo movimiento con normalidad; después besó con ternura la frente de su madre y se despidió:

✅ Besos PredestinadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora