No sé cuanto rato estuve besando a Olivia, pero al separarnos sentí que me faltaba el aliento y aún así, que sólo podía respirar cuando sus labios tocaban los míos.
Ella sonreía entre resuellos, ya sin rastro de lágrimas. Sonreí yo también y le acaricié las mejillas entre las palmas de las manos, sintiendo la suavidad de su piel, perdido de nuevo en la inmensidad de su mirada.
-Tengo hambre... -me susurró, haciendo un gracioso mohín, arrugando la nariz y frunciendo los labios -. No he comido nada en todo el día...
No me pude reprimir y la volví a besar. Quería que fuera algo breve, para animarla, pero ella se pegó más a mí e intensificó el beso. Antes de dejarme llevar de nuevo, algo que hacía con demasiada frecuencia cuando estaba cerca de Olivia, me separé riendo:
-¿Tú no tenías hambre? -pregunté mientras me levantaba del suelo y la ayudaba a ponerse en pie -. Vamos a preparar algo, que no puedes estar sin comer...
-¿También cocinas? -me preguntó con cierta sopresa y con algo de burla añadió -: ¡Madre mía, Héctor... eres mejor que la lotería!
-No te emociones demasiado; sé hacer ensaladas, sobre todo. Aunque lo que sí que bordo es esa receta de... llamar al Telepizza -bromeé.
Conseguí que Olivia se riera, y me di cuenta de cuánto había echado de menos su risa.
-¡Allegra me mataría si pruebo ni siquiera un bocado de una de esas "pizzas"! -rio, haciendo el gesto de comillas con los dedos al decir la última palabra.
Se me congeló la sonrisa al caer en que Olivia era de facto medio italiana, aunque fuera de adopción y pronunciar cualquier cadena de pizzerías rápidas de las que abundaban aquí en España era todo un sacrilegio al sanctasanctórum gastronómico de Italia.
-Aunque yo también soy muy buena con eso del teléfono -contraatacó, mientras yo seguía perplejo por haber metido la pata, sacándose el móvil del bolsillo y marcando con rapidez un número.
Quince minutos más tarde, llamaba a la puerta un repartidor con una enorme bolsa de papel, rotulada con caracteres asiáticos y tres palabras en español: El Rollito Feliz.
Dimos buena cuenta de todo lo que Olivia había encargado, sentados en una esquina de la mesa del comedor, entre besitos y carantoñas que nos salían de manera espontánea.
-¡Os...tras con perla! -exclamó de repente, cuando ya habíamos terminado y estábamos recogiendo todos los envases de la cena -. Tengo que hacer un montón de llamadas; no he avisado de que mañana no puedo dar clase...
Consulté el reloj, no era demasiado tarde para llamar a casa ajena, apenas daban las nueve de la noche, aún así, pensé en algo:
-¿No tienes un grupo de WhatsApp con los padres? -pregunté y a la taheña se le encendieron los ojos.
ESTÁS LEYENDO
✅ Besos Predestinados
Teen Fiction🔞 CONTENIDO MADURO (+18) Besos #2 "Chocolate y Mango". La historia de Héctor. ***************************** «Decirle adiós no fue lo difícil, el problema está en demostrar que ahora sólo son amigos.» ............ Unos cuantos meses después de su...