Era el primer día de Amelia como cuidadora de su amiga Luisita. Al verla por primera vez ahí tumbada y dormida, con las heridas del accidente algo en ella se rompió. No podía ni tampoco quería creer que aquello era verdad, que la vida de Luisita había cambiado para siempre y que ella ya no estaba entre sus recuerdos. Que ahora en cuanto esa chica se despierte no la recordaría, sería solo una extraña, como lo eran sus propios padres y su prometido, el cual aún no había pasado a verla a casa. Amelia nunca fue una persona caracterizada por el miedo, ella era pura valentía y atrevimiento, pero al ver a la que fue su amiga de la infancia en ese estado le provocaba un pánico atroz y evitaba a toda costa ponerse en lo peor.
Luisita abrió los ojos y Amelia seguía ahí mirándola embobada y preocupada a la vez. Luisita ni se dio cuenta de su presencia, estaba concentrada en su recuperación y fue Amelia quien se dio a ver ante la situación de desorientación de la joven.
Amelia no dudó ni un segundo en ir a ayudar a incorporarse a Luisita para que estuviera más cómoda.
Al notar a Amelia, Luisita se asustó pues no la recordaba y no sabía que estaba allí con ella pero en cuanto la morena de cabellos rizados se presentó, Luisita se empezó a sentir más segura aunque para ella era una completa desconocida.
Luisita tenía que empezar a vivir de nuevo. Tenía que aprender a recordar lo que había olvidado, toda una vida llena de vacío. Amistad, risas, amores de verano... Y una bonita familia a la que ahora mismo no sabía que pertenecía. Luisita debía aprender a experimentar todas las emociones habidas y por haber, ahora mismo solo podía sentir el miedo, solo conoce esa emoción pero poco a poco será capaz de sentir hasta límites insospechados.
- Luisita, ¿Que quieres desayunar? Me imagino que después de todo lo que has tenido que vivir tendrás mucho hambre. ¿Te apetece algo en especial? - Amelia siempre tenía una perfecta sonrisa en la boca, pero cuando estaba con Luisita esa sonrisa brillaba más que todas las estrellas juntas.
Luisita se paró a pensar... Pero no lograba decir que deseaba pues ni si quiera se acordaba lo que le gustaba y lo que no pero menos mal que estaba Amelia para cuidar de ella y que después de tantos años de amistad, sabía muy bien que es lo que le gustaba a la rubia.
- Imagino por tu cara que no recuerdas nada de lo que te gustaba tomar, entonces tendrás que fiarte de mi, yo por suerte se lo que te gusta comer. No te preocupes que no tardaré en prepararte algo calentito y que te sacie el hambre. Enseguida vuelvo y procura no hacer demasiados esfuerzos. - Amelia se fue camino de la cocina y comenzó a preparar un chocolate bien calentito para su amiga, la mejor que había tenido en su vida y la más especial.
Al cabo de uno diez e incluso quince minutos Amelia se presentó en el dormitorio de Luisita con una bandeja en la que sostenía una taza de chocolate caliente y unos churros que los padres de Luisita siempre tenían, en esa casa nunca faltaban los churros y Luisita los devoraba desde que era pequeña. En el momento en el que empezó a probar la comida sintió que le gustaba y que su cuerpo le iba pidiendo más hasta que se lo terminó todo tan rápido que Amelia quedó sorprendida. Vio en los ojos de aquella rubia verdadera gratitud y cariño. Sintió un escalofrío que le recorría todo el cuerpo al sostener la mirada con Luisita pero la rubia no se imaginaba lo que pasaba por la mente de aquella morena que cuidaba de ella en estos momentos.
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El accidente
FanfictionLuisita, una joven cuyos padres son millonarios pierde la memoria en un aparatoso accidente y no recuerda nada. Ni si quiera recuerda que se acercaba el día de su boda. Los padres apenas pasan por casa y necesitan a alguien de confianza que cuide de...