7 - ¿quién es Sebas?

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En aquel día de sol Luisita recibió una visita bastante inoportuna, al menos eso fue lo que pensó Amelia. Vino a verla Sebastián, el que era su prometido aunque ella era incapaz ni si quiera, de recordar su nombre o su cara, lo cual hacia medio feliz a la morena, ya que ahora podría conquistarla día a día pero con mucha cautela, nadie debía saber que deseaba estar con Luisita, no quería que los padres de esta se enfadaran al descubrir que ella seguía locamente enamorada de su hija, de su única hija Luisita.

Amelia no solo se encargaba de cuidar a aquella muchacha, sino también tenía entre sus tareas el mantener la casa ordenada y limpia, recibir a las visitas, cocinar, etc. Y Manolita y Marcelino le pagaban muy bien su trabajo, sabían que podían confiar en ella, que lo valía y nunca habían tenido queja alguna por su parte, aunque en el pasado les costó comprender que le gustaran las mujeres, de hecho, temieron por si se encaprichaba de su hija pero Amelia nunca la vio como tal, más bien como ese sueño que todos queremos alcanzar pero no sabemos cómo llegar hasta él.

Llamaron al timbre y lo que vio la disgustó bastante. Exacto, había llegado Sebastián, el que tanto quería a Luisita o al menos, eso siempre decía. Amelia fue en todo momento amable con él y no dejó de sonreír en el rato que pudo hablar con el de Luisita y de cómo poco a poco iba avanzando aunque la memoria no les estaba ayudando mucho (a Amelia en cierto modo eso la tranquilizaba, de momento...) Guío al joven hasta la habitación en la que estaba Luisita y ésta no supo como reaccionar al no saber quién era. Él se mostró efusivo por verla, quizá demasiado, y ella lo apartó enseguida - ¿Que haces? - Espetó al mismo tiempo que lo apartaba de su cuerpo, pues la había abrazado con fuerza y ella no lo conocía, no le sonaba de nada su cara, no recordaba como era su voz ni cómo de fuertes eran sus abrazos, nada de nada. Sebastián empezó a llorar sin encontrar consuelo y aunque Amelia trató de calmarlo diciendo que era normal, que esto que le ha pasado a Luisita le podía haber ocurrido a cualquiera o podría no estar allí ahora mismo, podría estar en una caja de madera a varios metros por debajo del suelo y entonces sí que tendría que llorar, así que como siempre decía la joven Amelia, mientras hay vida hay esperanza, frase que parece que hizo que el muchacho dejase el sollozo a un lado y poco a poco fuese sintiendo cierto alivio. Sebastián o Sebas, que era así como todo el mundo solía llamarle, pidió amablemente a Amelia que le dejara a solas con Luisita y ella no tuvo más remedio que acatar la orden, pues a pesar de que era amiga de Luisita, en esos momentos trabajaba para ella.
Amelia cerró la puerta nada más salir del dormitorio de su amiga y se puso a limpiar, así al menos estaría ocupada mientras Sebas hablaba con su chica, con la que había sido su chica porque para Luisita ese hombre no le despierta interés alguno, pues le resulta desconocido.

- Luisita, se que no te acuerdas de mí pero tengo la necesidad de hacértelo saber... Soy t... - Pero Luisita lo interrumpió.

- No sé si estoy preparada para recibir cierta información así que te pediría que no me digas quién eres hasta que no me sienta más preparada. Solo te pido eso, un poco de tiempo para coger fuerzas y ser capaz de recibir todo tipo de información. Espero que lo entiendas - Luisita no quiso sonar seca pero así es como justamente la estaba notando Sebastián. Fría y distante. Como nunca la había visto. Sin duda ese accidente la había cambiado por completo, su forma de ser, de mirar e incluso de sentir, pues era incapaz de sentir nada por él en esos instantes.

Sebas se despidió como buenamente pudo de la joven que seguía tumbada en aquella cama y salió de la casa lo más rápido posible. 

El accidenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora