Capítulo 11

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Definirte es limitarteY una vez que la tormenta termine,no recordarás cómo lo lograste, cómo sobreviviste.Ni siquiera estarás seguro si la tormentaha terminado realmente.Aunque una cosa si es segura:cuando salgas de esa tormenta,no serás la misma persona que entró en ella.Haruki Murakami


El primer paso para poder influenciar a quienes te rodean es conseguir un
cambio en ti. Como ya escribimos en el capítulo anterior, son muchos
quienes exigen que los demás avancen 15 leguas, pero no son capaces de
convencerse a sí mismos de dar un simple paso. El ejemplo es el arma más
poderosa para ayudar a otros; para ser agentes de cambio, se hace
fundamental emprender primero una transformación personal en todos los
escenarios de la vida.
Este cambio es esa lucha de la que hablábamos unas páginas atrás, es esa
batalla en la que una mejor versión de ti te derrumba, se impone y emerge
victoriosa.
La mayoría de nosotros vive pensando en lo finito, vive para vencer a los
demás. Los inquebrantables piensan y viven para vencerse a sí mismos.


Te preocupan los problemas finitos

cuando tienes un Dios infinito.


Creemos que el cambio implica una pérdida, pero perder aquello que
alimenta nuestros hábitos contaminados y nos destruye —aun cuando nos
produzca placer— es una excelente forma de ganar.
Con frecuencia, el ser humano comete el error de depender del peligro
para justificar su existencia o simplemente para sentirse vivo. Es por ello que
nos premiamos con aquello que nos hace daño. No medimos las
consecuencias porque estas no suelen estar en el presente, sino en el futuro, y
creemos que les haremos frente en el momento de la verdad, pero la realidad
es otra. Nuestra vida se ve dirigida por las reacciones ante el dolor y el placer,
en lugar de dejar conducirnos por la sabiduría, el espíritu o el entendimiento
profundo de la mente.


"Son tan necios que creen que las piedras tropiezan con ellos"

Daniel Habif.

No debemos permitir que todo aquello que sucede alrededor de nosotros
determine las circunstancias, la calidad y la trayectoria de nuestra vida.
Reaccionamos a los conflictos externos del mismo modo que enfrentamos los
internos. Busca adentro, no afuera y verás que estás más dispuesto a hacer
algo por evitar el dolor, que por sentir placer.
¿Cuántas veces dijiste «no» sabiendo que debías responder «sí», solo por
pensar que ponías en juego tu orgullo? Las emociones asociadas
equivocadamente crean hábitos erróneos que el intelecto no logra romper por
mucho que la mente se lo proponga.
No hay mayor necedad que decir: «Yo soy así». ¿Qué tal si «ser así» es el
motivo que te impide ser quien quieres ser? ¿Cuántas veces tu alma, tu
corazón y tu espíritu han coincidido en que necesitas un cambio y luego tu
mente se planta frente a ellos y les dice: «Así soy, y no voy a cambiar»? Esa
es precisamente la definición de necedad. Esta es una perversión violenta,
que trae miseria a nuestra vida. Desconocemos el profundo y terrible impacto
que tiene. La necedad puede llevarnos a perderlo todo. Es mucho más que un
rasgo de la conducta, es el resultado de vivir, crecer y actuar como los necios.
La necedad está sustentada en tu soberbia, y la soberbia está sustentada por la
baja autoestima.


La necedad es una discapacidadcuando la ignorancia y la soberbiason los vehículos que la transportan.

INQUEBRANTABLES DANIEL HABIFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora