Carta a los hombres

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¿Se han imaginado qué sería del mundo sin ellas? Tenemos distinto sexo y venimos en moldes diferentes, pero tengo algo claro: nacemos varones y por ellas nos hacemos hombres. Sin ellas no existirían nuestros sueños, sin ellas ni tú ni yo sabríamos dónde tenemos la frente. Sin ellas hubiésemos crecido desnutridos e insípidos, sin ellas no seríamos más que cavernícolas malolientes; sin ellas no sabrías dar la mano, ni tus lágrimas tendrían sentido. Ellas demuestran lo perfecto de la creación, porque solo así surgiría algo tan parecido al amor, a la bondad, a la misericordia y al perdón. Demos gracias a las mujeres por soportarnos con tanto amor durante el parto, por ser el instrumento favorito, por ser cocreadoras de la obra universal, por sus recetas y sazones, por sus curvas y sonrisas, por sus canas y arrugas. Agradezcamos el habernos despertado para ir a la escuela, por sus gritos y gemidos, por su fortaleza y carácter, por sus bailes y caricias, por sus inventos y quejas. Hagamos un homenaje por su ayuda idónea, por encarar con sabiduría a quienes tienen aire en el cerebro. Pidamos perdón en nombre de todos los hombres que las han lastimado, blasfemado, engañado, olvidado, traicionado, usado, ultrajado, golpeado . . . ¡No!, no viviremos lo suficiente para pedir tanto perdón. Quiero un mundo en donde cada uno de nosotros camine la tierra para honrar, amar, cuidar y bendecir a las mujeres. Un gran hombre no es quien conquista mil mujeres en su vida, sino quien tiene una sola y la conquista mil veces, reinventándose cada día, minuto a minuto, segundo a segundo. Un hombre no es el que construye una casa y la abandona, sino aquel que hace de ella el hogar de su familia. ¡Que vivan las mujeres!

INQUEBRANTABLES DANIEL HABIFDonde viven las historias. Descúbrelo ahora