Lin se tomó enserio lo de no salir y quedarse con Korra, a quien apenas y la dejaba moverse, algo que Korra evitaba por la otra mujer que trabajaba en la propiedad. Lin había insistido en que estaba demasiado preocupada, y que simplemente no pasara de la cocina. Después de terminar sus obligaciones no había problema en que se fuera a su casa.
—¿No crees que debes esperar en tu habitación hasta que esté todo listo?
—No quiero, estoy aburrida. ¿Necesitas ayuda?
Korra la miró sorprendida, —no, no necesito ayuda Lin.
—Puedo ayudarte a cocinar, no lo hago mal.
Korra sonrió, —no creo que hagas algo mal.
—Mi familia parece no pensar lo mismo —soltó pensativa.
—Lin tranquilizate.
—¿Puedes regresar conmigo a mi habitación?
—No es buena idea, Mei aún está aquí.
Lin iba a hablar pero la puerta de la cocina se abrió revelando una mujer de cabello negro y ojos azul celeste, —lo siento, no sabía que usted estaba aquí.
—¿Terminaste? —cuestionó Lin mirandola fijamente.
—Aún debo ayudar a Korra en la cocina señora.
Lin la miró seriamente, pero asintió, —¿cómo te llamas?
—Mei señora.
—¿Mei? ¿No hay apellido? —preguntó la mayor levantado sus definidas cejas.
—Li señora.
Lin asintió, —¿qué edad tienes?
Korra miró la escena atentamente, sabiendo que Lin sólo quería comprobar todo, por lo que sólo se quedó callada.
—Treinta y dos.
—¿Tienes hijos? —preguntó la pelinegra.
—Sí señora, una niña —Mei miró a Korra pidiendo ayuda.
—¿Eres casada? —ignoró la mira que Korra sabía que había notado.
—No señora.
—¿No vives con el padre de la niña?
La mujer bajó la mirada, —no señora, el no está involucrado en la crianza de mi hija.
—¿Quién cuida a tu hija? —volvió a preguntar Lin.
La mujer evitó la mirada de Lin, pero la mayor lo dejó pasar, —mi mamá la cuida.
—¿Vives con tu mamá?
—Sí señora.
Lin asintió y miró a Korra un momento, —¿necesitas ayuda aquí?
—No es necesario señora.
Lin sonrió, —bien, creo que puedes retirarte antes.
Mei la miró confundida, —¿está segura?
—Sí, totalmente.
—Bueno, gracias —Mei la miro aún extrañada—. ¿Me va a despedir?
Lin negó, —¿por qué te despediria?
La pequeña mujer con bonitas facciones se encogió de hombros, —no lo sé.
—Bien, no te voy a presionar. Puedes comer y luego irte. Puedes pedirle a Zhang que te lleve a tu casa.
Los ojos de la mujer frente a Lin se abrieron, —está bien señora, gracias.
Lin miró a Korra y luego nuevamente a Mei, —bien, las dejo terminar.Korra despidió a Mei y fue a buscar a la mayor en donde sea que estuviera, para al fin encontrarla tirada en el piso de su habitación con los ojos cerrados. Lo que la hizo sorprender, pero tomó su ejemplo y se acostó a su lado, haciendo que la pelinegra abriera los ojos.
—¿Terminaron de hablar? —cuestionó moviendo su cabeza en dirección a la morena.
—Sí. ¿Qué haces?
—Estoy descansando.
Korra sonrió, —eres una persona muy rara.
—¿Eso crees?
—Sí, pero eso me gusta.
Lin hizo un sonido de aprobación, —¿terminaste o necesitas ayuda?
—No, todo está listo.
—¿Puedes quedarte un rato aquí conmigo?
Korra se acercó más rozando a la mujer, —¿quieres hablar?
—Yo no... Bueno sí, realmente estoy muy decepcionada.
—Es entendible Lin, de verdad lo siento mucho.
Lin extendió su mano para acariciar la mejilla de la ojiazul, —no sé que pensar, ni cómo actuar. Aún no puedo creer que me haya mandado a seguir después de que me dijo que era autónoma en mis decisiones.
—Sé que lo de las imágenes es demasiado perturbador. Jamás había visto que estas situaciones pasaran en la vida real, yo misma me siento paranoica.
Lin la miró fijamente, —perdóname Korra, de verdad te pido perdón por todo esto.
—No... —comenzó acomodándose para poner su cabeza en la palma de su mano—. Esto no es tu culpa Lin, no quiero que te sigas atormentado. Yo estoy contigo en las buenas y en las malas.
—¿Te quieres casar conmigo? —cuestionó Lin con una pequeña sonrisa.
—Yo... —Korra se puso roja.
—Tranquila sólo bromeó... —dijo con un brillo en sus ojos—. Pero si quieres no.
Korra se movió quedando encima de la mujer, se apoyó en sus antebrazos y besó a la pelinegra, —quiero.
Lin colocó su mano en el cuello de Korra, atrayendola para profundizar el beso, –eso lo podemos hacer posible.
—No te puedes arrepentir luego.
—Nunca —volvió a besarla—. Nunca me voy a arrepentir de nada.
Korra sonrió besando su clavícula, para luego comenzar a bajar y acariciar la piel expuesta de Lin, que se estremeció con cada toque y atención de la hermosa morena.
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Pequeña Perdición
RomantikKorra es una joven de veinte años, la cual trabaja para una de las mujeres más poderosas de la ciudad, aunque realmente nunca la había visto. Hasta que un día, accidentalmente la conoce, naciendo en la chica una atracción instantánea por la pelinegr...