Capítulo III

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Lin demoró una hora y veinte minutos exactos en volver a entrar a la casa. Estaba mojada en sudor, pero al parecer ya reposada,  —¿le sirvo?
—Por favor —dijo tomando asiento en la mesa, algo que sorprendió a Korra.
—¿No va a comer en el comedor?
La mujer mayor la mira fijamente, —obviamente no.
—Sí, tiene razón —. La muchacha, coloca la comida frente a la hermosa pelinegra.
—Gracias.
—¿Quiere tomar algo? Hay jugo de naranja recién hecho en la nevera.
Lin se limita a asentir, —¿le agrego hielo?
—Si no está frío sí.
Korra le coloca el vaso con jugo y la jarra a un lado, para después intentar retirarse, pero la voz de Lin la detiene, —¿comiste?
—Comí antes de venir.
—¿No comes aquí?
—Solo en las tardes —respondió mirando su rostro y como sus cabellos más cortos  se adherían a su rostro por el sudor.
—¿Quedó más? —pregunta con curiosidad.
—Sí, hice suficiente.
—Bien —dijo tomando un poco de jugo—. ¿Quieres sentarte a comer?
La joven abre los ojos impresionada, —¿yo?
—No hay más nadie en la habitación... —dudó un momento—. Perdón, ¿cual es tú nombre?
—Korra.
—Está bien, entonces... ¿Quieres acompañarme a desayunar Korra?
No pudo decirle que no, no creía poder negarse a la mujer, —sí.
La mujer más joven se sirvió y tomó un vaso, llenándolo de agua, para luego sentarse frente a lin, quien empezó a comer cuando Korra se sentó en la mesa, —¿qué edad tienes?
—Veinte años.
—Eres muy joven.
—Pues dentro de dos meses cumpliré veintiuno —dijo bromeando.
—¿De verdad? —la mujer la mira como si tuviera algo en el rostro—. Sí, creo que veo tus arrugas.
La ojiazul solo sonríe y toma su primer bocado, a pesar de no ser fanática de los vegetales, no pudo decirle no; prefería a los pequeños capullos rellenos de carne. Por el rabillo del ojo veía a la mujer comer, utilizando el tenedor para llevar la masa rellena a sus labios rosados, algo que la Lim notó y volvió a poner la atención en la joven, —¿cuanto llevas viviendo en ciudad república?
—Casi un año, soy de un pequeño pueblo pesquero, ubicado en el norte, no se si sepa cuál es...
—Lo conozco.
—Bueno, siempre quise conocer ciudad república. Pero después que la conocí me di cuenta que estaba equivocada, era totalmente diferente a lo que yo esperaba.
—Solo haz conocido lo malo.
—Debe ser —responde con una sonrisa.
—¿Vives sola? —la pregunta dejó a morena sorprendida.
—Pues sí.
—¿Cómo hiciste para mantenerte en la ciudad? —le preguntó llevando lentamente el vaso de jugo a sus labios.
—Bueno, primeramente me estaba quedando con la familia de un amigo de mi padre, pero luego conseguí un trabajo donde me quedaba a dormir y cuando decidí que ya era suficiente busqué un lugar donde pudiera estar sola, así que la agencia me dio la opción de trabajar con usted, así que aquí estoy —respondió—. Aunque fue un lucha interna.
—¿Una lucha interna?
Korra miró hacía su plato, —bueno, nadie quería tomar el trabajo, a pesar de que era poco tiempo, así que me puse a preguntar y... —la chica no siguió.
—Entiendo, eso es lo que rumoran los medios, además creen que mis reglas son un poco estrictas —dijo con tranquilidad, lo que hizo que Korra volviera a dirigir la mirada a los ojos jade.
—Pero creo que me preocupé de más.
—¿A sí? Tal vez los rumores no sean del todo falsos.
La joven sabía que la mujer que tenía en frente era complicada, pero algo en ella le hacía sentirse segura y muy cómoda, era un completo gusto estar con ella, —me arriesgaré.
—Después no te arrepientas —dice en broma.
—No lo haré —murmuró, pero la mujer alcanzó a escuchar su declaración y solo sonrió.
Después de comer Lin se levantó, agarró el plato y su vaso para lavarlo, así que Korra intentó levantarse, pero la pelinegra la detuvo, —solo termina, yo puedo lavarlos.
—Yo...
—Tú nada muchacha, yo lavo los mios y tu lavas los tuyos. ¿Bien?
—Sí señora —dijo resignada.
—¿Tienes novio Korra? —la pregunta solo hizo que la muchacha se ahogara con el agua que tenía en su boca.
Korra tosió un poco y Lin la miro confundida, —No tengo señora.
—¿Por qué no? Eres una muchacha muy simpática.
Korra cada vez se ponía más incómoda, —no me he dedicado a conocer gente.
Lin termina de lavar y secar todo, para luego buscarle puesto, —¿muy poco tiempo?
—Sí, apenas y me da tiempo de respirar. Creo que me quedaré sola por ahora.
Lin asiente, pero su atención se pierde en su teléfono celular que sonaba, para contestar inmediatamente, —¿sí?
...
—No, hoy estoy muy ocupada, podrás hablar conmigo mañana —dijo exageradamente seria.
...
—No tengo tiempo, llama a Xue si quieres.
...
La chica se levantó a lavar los platos, para después guardar la jarra que aún tenía jugo en la nevera, —No entiendes lo que es un día libre, si quisiera atender a alguien no estuviera en mi casa.
...
—Ni se te ocurra —levanta un poco la voz exasperada.
...
—Solo vas a perder el tiempo, no te dejaré pasar.
...
—¿Sabes qué? Haz lo que te de la gana, igual perderás tu tiempo —dijo colgando el celular.
—¿Está bien señora? —preguntó suavemente la mujer más joven.
—Sí, nada importante —dijo Lin saliendo de la cocina, dejando a Korra sola con sus pensamientos.

Korra no volvió a ver a Lin hasta más tarde, la mujer había salido de su habitación vestida con con una camiseta sin mangas y un pantalón, sus pies descalzos, como la vez anterior, acercándose a la nevera, sacando un recipiente con gelatina; ya que Lin dejaba una lista donde decía lo que quería que hiciera a diario, así que no había encontrado ninguna por el hecho de que Lin no la esperaba, pero sabía que era algo que pedía diariamente, así que la hizo desde muy temprano, —¿qué desea comer señora?
—Lo dejo a tu elección.
—¿Mi elección?
Lin asiente tomando un cuchara para después llevársela a la boca, lo que hizo que la mujer mas joven admirara los labios de la pelinegra; gruesos y definidos, —sí, voy a estar arriba, cuando esté listo sirves mesa para dos.
La chica se sorprendió, pensando que la mujer mayor tendría visita, —¿En el comedor?
—No, aquí.
—Sí señora —dijo la joven—. Una cosa más, la señora Xue llamó por teléfono y me dijo con palabras exactas que le dijera que no la ignorara.
Una sonrisa se forma en los labios de Lin, —después la llamaré.
—Ella me dijo que diría eso, así que dijo que es realmente urgente.
Lin saca su celular del bolsillo de su pantalón, viendo y revisando el aparato electrónico, —creo que puede esperar hasta mañana —dijo la pelinegra—. En caso de que suene el teléfono simplemente no contestes.
Las cejas de Korra se elevaron impresionada, escuchando las ordenes, —sí señora.
—Dime Lin, todavía no estoy tan vieja para que me llames señora.
—Está bien... Lin.
—Muy bien, Korra —en ese momento si se apresuró a salir, dejando a la joven, moviéndose sola por toda la cocina, intentando alejar a la mujer de su cabeza, sabiendo que era inapropiado pensar demasiado en Lin, quien poco a poco solo la dejaba más y más flechada, algo que jamás imaginó sentir por una mujer; que mucho más pequeña no había entendido pero que ahora se le era más claro que nunca, era distinto a lo que alguna vez había sentido por alguien del sexo opuesto, pero que la hacía sentir muy bien, se sentía agradable estar en la misma habitación con la mujer, incluso esta en el mismo lugar, aunque estuviera en una parte opuesta de la casa. Con solo saber que la mujer estaba cerca la ponía nerviosa.

Cuando la comida estaba servida Korra quiso subir a avisarle, pero sabía lo importante que era la privacidad para la mujer. Su preocupación se dispersó cuando la vio entrar nuevamente, con un poco de somnolencia, delatando lo que estaba haciendo antes de bajar, —¿por qué no me avisaste?
—No quise molestarla Lin —la mujer mayor se sorprendió al escuchar su nombre viniendo de la boca de Korra, por lo que la joven pensó que había hecho mal—. Lo siento señora.
—¡No! —dijo levantando un poco la voz—. Lin está bien, solo estoy embobada por el sueño.
Korra sonrió al escucharla hablar, mirándola mas tranquila y descansada, —bien, la mesa está lista y yo ya terminé de limpiar toda la casa, así que lo mejor es que me vaya para no llegar tarde.
—¿No tienes hambre? —le preguntó.
—Comeré después, señora.
—Lin, Korra —dijo ahora sentándose en la mesa—. Toma asiento y come.
Los ojos azules se abren impresionados, —¿quiere qué coma con usted? —preguntó confundida.
—Sí —respondió como si fuera lo más obvio del mundo.
—Pensé que tenía visita.
Lin sonríe sirviéndose un poco de jugo de naranja, el cual Korra hacía a diario, porque era igual de regular como la gelatina, —no tengo muchas visitas, solo Xue y eso, porque se auto-invita.
Una pequeña risa brota de los labios de Korra, pensando en la rubia que trabaja para Lin, —entiendo.
—¿A qué hora comienza tu clase?
—A las cuatro y media.
Lin mira el reloj que estaba en la cocina y nota que aún quedaban dos horas, —todavía tienes tiempo, ¿no?
Aunque la joven sabía que el trayecto era largo y llegaría retrasada, no podía negarse a la petición, —Sí, eso creo.
—Entonces toma asiento y come.
La morena hizo caso, sintiéndose igual de nerviosa que en la mañana; aún confundida por el comportamiento de Lin, no podía mirarla sin sentir que su corazón se le iba a salir del pecho, algo extraño en ella, ya que la joven generalmente era confiada y decidida, pero Lin era simplemente un caso aparte.

Ese día como era de esperarse llegó con retraso, después de haber hablado de todo y nada con Lin; ya que hasta el silencio era agradable, deseando que todo se detuviera y solo fueran ellas dos.

Pequeña PerdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora