Capitulo XX

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N/A: HOLAAA, OTRA VEZ YO AQUÍ ACTUALIZANDO, UN POCO TARDE LO SÉ, PERO LO IMPORTANTE ES LO IMPORTANTE, QUE LIN ES REALMENTE ARDIENTE (BROMEO... BUENO NO, REALMENTE NO).

ESTE CAPÍTULO ES MUY ROMANTIC COMO LOS ÚLTIMOS, PERO DESPUÉS LAS COSAS EMPEZARAN A PONERSE UN POCO COMOLICADAS PARA NUESTRA LINDA PAREJA.

TAMBIÉN QUERÍA AGRADECERLES POR EL APOYO A ESTA HISTORIA, ES BUENO SABER QUE TIENE BUENA ACOGIDA.

BUENO SIN MAS NADA QUE DECIR, BUENO SI TENGO MUCHAS COSAS QUE DECIR, PERO PARA ESO DEJAREMOS UN GRUPO DE WHATSAPP, ALGUIEN QUE LO CREE Y ME MANDE EL LINK, SERÍA INTERESANTE HABLAR DE LIN Y KORRA (SOLO SI QUIEREN).

Cuando Korra abrió los ojos sintió el fuerte agarre de Lin, era algo a lo que podía acostumbrarse fácilmente, pero su sentido común la golpeó, recordando en dónde estaban.
—Lin... —susurró.
Lin sólo se movió, acercándola más, mientras su pierna se metió entre las suyas, estaban una frente a la otra y la mayor apenas la dejó mover, —Lin, es hora de levantarse.
—Oh vamos, cinco minutos más, estoy cansada.
Korra sonrió, —se nos hizo tarde.
Los ojos de la mujer se abrieron de inmediato, mirando a la chica, —¿qué hora es?
—No tengo idea, pero creo que son más de las doce.
Lin la soltó, sentándose, para tomar un control y encender las luces, —¿por qué me dejaste dormir?
—No es mí culpa.
—Claro que no —dijo por lo bajo.
Lin se levantó mostrando su desnudez, mientras buscó su celular, —son casi las cinco.
—¿Cinco?
—Sí, menos mal no llamé al piloto o si no aún nos estuviera esperando.
Lin volvió a la cama metiendose bajo las sábanas blancas nuevamente, por lo que Korra sonrió, —creo que un día perdido no me hará daño.
Lin colocó su cabeza en el pecho de la morena y luego volvió a tomar el pequeño control para apagar todo, —tranquila, conozco a Kya.
Korra abrió los ojos con sorpresa, —¿conoces a la directora del programa?
—Sí, la conozco muy bien.
Korra acarició el cabello azabache de la mujer, —ni se te ocurra llamarla Lin, no quiero preferensialismo por parte de nadie.
—Bien, no meteré mis narices en lo que no debo.
—Eso espero señora Beifong —dijo masajeando el cuero cabelludo de Lin.
—¿Desde cuándo me volví tan manipulable?
Korra sintió el aliento de la mujer en su pecho, —no lo llamaría de esa manera Lin.
—¿A no?
—Nop, simplemente estás siendo coherente.
Una risa salió de la mayor, —siempre he sido coherente Korra.
—Claro que lo eres Lin —dijo jugando con el abundante cabello negro.
—Me gusta esta tranquilidad, no quiero volver a mí vida y el estrés que esta conlleva.
—Puedes tomarte un descanso al menos un día a la semana —le aconsejó mientras olía el shampoo de la pelinegra.
—Sí, lo sé, pero no puedo.
—Claro que puedes Lin, necesitas descansar.
—¿Pasarías ese día conmigo?
—Obviamente sí.
—Está bien, me gusta más esa idea.
—Sí, porque revisar documentos en casa los domingos cuenta como trabajo.
—Xue me prohibió trabajar los domingos.
—¿Tanta influencia tiene Xue en ti?
—No es fácil llevarle la contraria, se vuelve muy convincente cuando quiere.
—Sí, la señora Xue es realmente persuasiva.
—Como sea, dejando a Xue a un lado. He pensado que de ahora en adelante no hay necesidad de tomar el transporte público.
—No Lin y es definitivo.
—¿Por qué no?
—Porque no hay necesidad y tampoco quiero llamar la atención.
—Está bien, tienes razón, pero por lo menos deberías dejar que te acerquen a la ciudad —dijo somnolienta.
—Está bien, ahora sigue durmiendo, necesitas descansar.
—Cada vez me estoy poniendo más perezosa.
—Y no hay problema en eso.
—Tienes razón —respondió acomodándose.

Cuando Korra se volvió a despertar se encontró sola en la cama. Sus ojos se acostumbraron a la luz de la mañana, y buscaron a la pelinegra, pero la mujer no estaba, así que se levantó para recoger su ropa y vestirse lo mejor que pudo.
—¡Lin! —la llamó mientras terminó de abotonar su camisa.
—¿Qué pasó? —cuestionó la mujer entrando.
—No te ví —dijo la morena con vergüenza.
—Entiendo, yo también me he acostumbrado a amanecer contigo.
—¿De verdad? —cuestionó la menor mientras se acercaba a la pelinegra.
—Sip, de verdad.
Lin sonrió cuando la morena se acercó cada vez más a ella, así que cuando la distancia era mínima la pelinegra la atrajo contra ella y besó los gruesos labios de Korra.
—¿Dónde estabas?
—Estaba hablando con el piloto, me dijo que dentro de tres horas debíamos estar en la pista, así que nuestra cita acabó —respondió mientras acomodaba algunos mechones rebeldes de la castaña—. Voy a llevarnos al muelle, mientras tanto puedes terminar de alistarte.
—Está bien, lo haré.

Pequeña PerdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora