“Te di mi tarjeta, pero supongo que no salieron a divertirse”
Kyubin miró a su madre mientras se servía un vaso del purificador de agua. La mujer, que llegó tarde a casa, miraba su teléfono celular diciendo:
“Lo digo porque no me llegó ningún mensaje para notificarme los detalles del pago”. “¿No deberías al menos llevar a tu hermano menor a alguna parte? Tienes que asumir la responsabilidad de haber arruinado el futuro de una persona brillante”.
Kyubin, masticando el duro hielo de su vaso de agua, le respondió a su madre que lo estaba criticando con una mirada feroz.
“Sí, nos quedamos en casa”.
Y como si lo adivinara, escuchó a su madre arrastrando sus zapatillas hasta la cocina, donde estaba él.
"¿No te sientes mal por tu hermano? ¿No te da vergüenza lo que has hecho?"
Kuy-bin le dió un sorbo a su agua y miró a su madre en silencio. Esta mujer siempre mostraba una personalidad dura que no le dejaba espacio para dejarse llevar por sus emociones, pero la terrible condición en la que se encontraba su segundo hijo, del cuál tenía altas expectativas, parecía haberla vuelto sensible.
"¿Es tan difícil llevarlo a un lugar que lo ayude a recordar? Si te da pereza conducir, pudiste haberte puesto en contacto con el chofer, ¿Qué tiene eso de difícil? ¿Cómo puedes ser tan irresponsable?"
Kyu-bin se puso furioso y trató de decir algo, pero al final se contuvo.
Mamá, sabía que lo del accidente te pondría estresada y vendrías contra mí, porque soy tu primer hijo, el que no te importa, pero no esperé que tomarás está actitud tan pronto. Solo han pasado unos días desde que dieron de alta a Eunbin del hospital y ya tienes este comportamiento. Si la pérdida de memoria se extiende hasta interrumpir sus estudios en Estados Unidos, me temo que la situación se volverá más difícil.
Suspiro.
Kyu-bin tenía mucho que decir, pero decidió quedarse callado. Sí, ¿qué excusa necesitaba? Al final, siempre había sido como la piedra sin forma que perturbaba la atmósfera de la casa, y esta vez aceptaba que había sido su culpa.
“Está bien. Prometo que saldremos mañana. Hoy no fue posible hacerlo porque no me sentía bien".
“Yo te veo en perfectas condiciones. No hay manera de que un niño que se queda en casa todos los días a perder el tiempo esté enfermo”
“Como digas. Saldremos mañana, ¿Sí?”
“Mamá y papá tienen que ir a Camboya dentro de dos días a partir de mañana. No podemos faltar porque es una reunión de socios comerciales y ambos necesitamos estar ahí”.
“Está bien, adelante.”
“Llamame todas las noches, y por favor, sé amable con Eunbin durante esos dos días, ¿de acuerdo?”
“De acuerdo. Te llamaré un par veces”
Kyubin, haciendo un fuerte ruido, dejó el vaso en su lugar. Su segundo hijo, a quien amaban tanto, se encontraba mentalmente inestable, pero aún así no podían esperar para ir al extranjero y jugar con un palo de golf. Cuando era joven, solía pensar que sus padres tendrían sus propios problemas, así que trató de comprenderlos, pero a medida que crecía, seguía siendo difícil de entender, incluso ahora, que ya era también un <adulto>, no lograba comprenderlos. ¿Qué diablos era más importante que la salud de su segundo hijo, de quien estaban tan orgullosos y amaban demasiado, como para dejarlo al cuidado de su irresponsable primer hijo?
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Hermanos del deseo
RomanceLos hermanos Jo Kyu-bin y Jo Eun-bin, que nacieron y se criaron en una familia que otros envidiarían, no mantenían una relación cercana, llegando al punto de no dirigirse la palabra a menos que sea necesario durante más de diez años. Pero, un día...