El movimiento en palacio era totalmente agitado y frenético, la cocina estaba a rebosar de auxiliares de cocineros, chefs y camareros.
Por otro lado, Kenneth estaba descontrolado gritando por lo ineptas que éramos para nuestro trabajo. Ser parte de su equipo de asesoramiento de imagen era un buen puesto en cuanto a salario, respecto a otras posiciones dentro de la jerarquía del castillo, en cuanto a estrés era abrumador.
El sueldo aquel mes se dispararía con el trabajo en palacio y las noches que me pasaba por la taberna de Marc, el sueldo de mi madre no se vería afectado en cuanto a nuestra economía. Ella se pasaba los días buscando trabajo fuera y en cuanto volvía se dejaba caer en el sofá.
Aquel escandalo era parte de un evento que había llenado los periódicos con titulares de todo tipo. La princesa de Solstitium junto a toda la familia real iba a cenar como si de una familia normal se tratara. Después de lo ocurrido en el baile de máscaras, de lo cual solo la gente con gran poder en el reino sabía algo, aquella iba a ser oficialmente para los medios la primera vez que podrían ver a la princesa de Solstitium y con suerte conseguir sonsacarle algunas palabras para la gente del pueblo. Además, iba a ser la primera vez que los futuros prometidos y futuros reyes de dos reinos, Faller y Solstitium, tendrían una aparición estelar.
Había podido escapar durante unos minutos del foco de Kenneth. Las demás doncellas se habían quedado ayudándolo a escoger la joyería adecuada para la noche. Mientras que yo me había escapado a saludar a Lynette. Desde la última conversación donde le había contado todo hace dos días, nos habíamos visto poco entre mi puesto y el suyo.
Lynette estaba atándose una cinta a la cadera que estaban obligando a llevar a todos los que servirían los platos, me acerqué a ella y la ayudé. Llevaba el blanco cabello anudado en un moño bien elegante y agarrado, algo de maquillaje se había puesto en los ojos resaltándoselos.
- ¿Cómo lo lleva Kenneth? – preguntó.
- Ni hablar de ello quiero.
Ella asintió con una sonrisa, sabiendo lo que estaba pasando en aquella habitación.
La conversación que tuvimos acabó bien, Lynette me escuchó durante todo el rato en el que le expliqué que había hecho reuniones ilegales en contra de la monarquía y a favor de una revolución, que había mucha gente allí fuera con el mismo pensamiento y que por casualidades de la vida había conseguido entrar como infiltrada en el palacio, lo cual no era del todo mentira, pero había información que había decidido ocultar por el bien de todos. Nadie debía saber el trato con Adrien.
Al momento de pensar en él un fogonazo del recuerdo de la última vez que nos vimos asaltó mi cabeza, pero al momento se desvaneció.
- Hoy habrá mucho trabajo – suspiró Lynette imaginando ya todo el esfuerzo que debería hacer.
- Kenneth nos ha pedido que durante la cena estemos detrás suyo por si nos necesita.
- ¿Para que os necesitaría? – preguntó confundida.
- Ha comentado algo así como que en cualquier momento podría necesitar un retoque en el maquillaje o por si se le estropeaba el cabello.
- Que engreído – bufó.
- Ni que lo digas – reí incrédula de la vida que llevaba aquella gente.
Al escucharlo de la boca del príncipe me había parecido tan estúpido. Con el poco tiempo que llevaba estando a su disposición todo aquello de lo que se había juzgado a aquel chico era cierto, lo único que le importaba era su aspecto físico y los cotilleos, mientras tanto lo demás era poco significativo para él.
En el comedor real estaría la mesa dispuesta para ocho comensales, el rey, la reina, los tres príncipes, la mano derecha del rey, la princesa y el embajador de Solstitium. Mientras que realmente en el comedor estaríamos tanto las doncellas de Kenneth, como los sirvientes y un único periodista que llevaría la noticia de aquella cena.
- ¡Pónganse en sus sitios!
La voz de la encargada de cocina sonó por encima de todo el mundo haciendo que el silencio reinara al instante.
- Nos vemos dentro – me despedí de Lynette.
Subí a la habitación del príncipe mediano. La puerta estaba abierta de par en par y unos gritos se escuchaban desde dentro.
- ¡Quiero aquí a Catrina!
Entré en el momento en el que lanzó un cepillo hacía la puerta, esquivándolo rápidamente, observé al agresor que se encontraba rojo y temblando.
- ¿Dónde estabas Catrina? – sonaba muy enfadado.
En mi se agitó una rabia al ver la forma en la que nos trataba, pero debía respirar, relajarme y evitarme problemas.
- He ido a por algo.
Soné totalmente confiada de mi palabra y él cayó sentado en su majestuosa silla.
- Cuélgame estas joyas de oro y acaba de sellar el maquillaje.
Completamente sorprendida de que no preguntase nada más, me acerqué a él, teniéndolo de espaldas y viéndolo por el reflejo del espejo hice lo que me pidió.
- Marcharos. Quiero solo a Catrina.
Al instante salieron las demás chicas prácticamente corriendo y cerrando la puerta a su paso.
- Catrina, se sincera. ¿Crees que voy muy corriente?
Llevaba una camisa blanca con encajes en las mangas, la camiseta abierta donde se observaban varias cadenas y colgantes de oro, uno resaltando en especial con un mineral resplandeciente. Los pantalones eran negros brillantes, con el dobladillo de oro, que acababan en unas botas con plataforma. Sus uñas estaban hechas de un color oro, y en sus dedos portaba un cumulo de anillos grandes y llamativos. Por acabar, su pelo rojizo se encontraba totalmente peinado.
Todo el valor que llevaba encima puesto jamás se podría catalogar como corriente. Nadie en aquel reino podría nunca tener al menos uno de sus anillos. Su pueblo era pobre y cada vez más miserable, pero al menos a él nada le cambiaria.
- No, príncipe.
- ¿Segura?
- En este reino nadie corriente podría llevar nunca tal valor encima y verlo tan superficial.
A través del espejo, me miró en silencio sopesando lo que le había contestado, y para sorpresa mía sonrió complacido con la respuesta.
- Perfecto. Bajemos a la cena.
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La caída real
FantasiUna monarquía desastrosa con una familia catastrófica en ella. En Faller no aguantan más a la familia monárquica que ostenta el poder desde hace cientos de años. Una chica joven criada en los peores lugares del reino espera su momento, después de v...