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—¡Oh! Lo siento —el enfermero se detiene antes de entrar, sintiendo enseguida la tensión en el pequeño lugar—. Los dejaré solos.
—¡No! Él... —sale rápidamente, no dándole tiempo a Atsumu de evitar que lo dejaran de nuevo solo con el menor.
Después de que la puerta fuera cerrada, el silencio los sofoca a ambos. Hinata mantiene su mirada vidriosa sobre Atsumu, mientras que el mayor aún evita verlo.
—P-por favor, vete —pide de nuevo Atsumu, pero Hinata niega con la cabeza, aun sabiendo que no puede verlo.
Atsumu de verdad que ya no lo quiere ver, porque sabe que si Hinata sigue ahí podría levantarse de esa camilla solo para abrazarlo, besarlo y rogarle a que lo ame; valiéndole una mierda si tiene que perder la poca dignidad que le queda.
—Solo escúchame, ¿sí? —susurra Hinata, realmente llegando a su punto de quiebre—. La verdad es que... Te amo —lo dice al fin, lo que tanto anhelaron ambos, logrando congelar la respiración del mayor; él creía que nunca escucharía esas palabras por parte de Hinata—. Te amo como no tienes una idea, pero tengo miedo.
Su voz se rompe y con ello también su llanto; no sabe de dónde sacó el valor para decirle aquellas palabras. Pero, sin duda, ya no hay marcha atrás.
Atsumu aún le cuesta asimilar aquella confesión, de todo lo que Hinata puedo haber dicho, justamente le dijo lo que quería escuchar. Entonces, ¿por qué no se siente bien?
—¿Y de qué tienes miedo, Hinata? —la pregunta sale de sus labios de manera involuntaria, solo logrando verlo de reojo.
—S-son muchas cosas.
—¿Cuáles son?
Hinata niega y se muerde el labio en un intento de ya no sollozar, levanta la mirada, su rota y devastada mirada. Mira hacia la ventana, dándose cuenta de que el cielo ya está oscuro. Debía cambiar el rumbo de la conversación, si no, eso se alargaría más de lo que podría soportar.
—L-lo siento, realmente mi intención no era... —un sollozo lo interrumpe. Intenta tranquilizarse y toma un respiro—. Mi intensión nunca fue lastimarte, Atsumu.
—Entonces, ¿por qué iniciaste todo esto? ¿Acaso creías que nunca podría amar a alguien y solo querías jugar a la parejita conmigo? ¿Solo para burlarte de mí? —por fin voltea a verlo, con sus ojos inyectados en sangre, haciendo aquella pregunta que por muchas noches no lo dejó dormir.
Un coraje surge de su pecho, combinándose con el dolor. A ese punto, ya ni siquiera sabe a qué respuesta quiere llegar.
Hinata enseguida niega y siente en su interior un dolor. ¿Qué tanto daño le causó a Atsumu como para que llegara a pensar en aquello?
—Yo... Yo...
—¡Responde! —dice ya enojado Atsumu, derramando sus últimas lágrimas de dolor.
—¡Lo hice porque siempre estuve enamorado de ti y quería saber lo que se sentía ser tu... Pareja! —y llegó a su punto de quiebre.
