CAPÍTULO SIETE.

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- Eres una rarita -

- Si, es verdad - agregó riendo Elena.

- No... no es verdad - y cubrió su rostro llorando.

- Eres súper rara, hablas sola siempre y hablas con el espejo, jaja - y la empujó Anna haciéndola caer.

- Eres una puta rara, Aida -

- No... no... ¡Basta! -

- Jaja, eres patética -

- Estás loca, loca, loca - y rio a carcajadas Anna.

- Y estás sola, no tienes a nadie, ni siquiera a esa tal Eryx, estás sola, sola, sola jajaja - aclaró Elena.

- ¡Basta, por favor! - gritó mientras se agarraba la cabeza.

- ¡La la la la, está loca y está sola, la la la la, está loca y está sola, la la la la - cantaban ambas en un tono burlón.

- ¡Basta! ¡Basta! ¡Basta! ¡Basta! ¡Basta! -

- ¡Hija! ¡Despierta! ¡Cariño! - gritó su madre mientras la zamarreaba.

Eryx abrió los ojos, estaba sudada, le latía el corazón rápido, casi que se salía del pecho.

- Perdón... una pesadilla... -

- Si... me di cuenta - y acarició su cabeza - Ven... ve a desayunar... - y le sonrió dulcemente.

Eryx suspiró algo agitada por la pesadilla, se cambió y bajó a desayunar, bebió un té con pan tostado.

- ¿No trabajas hoy, mamá? -

- Cuando venga tu papá iré a trabajar, cariño -

- Oh... está bien - y sonrió - Iré a caminar -

- Bueno... ten mucho cuidado - y beso su frente.

Eryx tomó sus llaves y antes de salir un trapo y se fue, caminó un buen rato hasta llegar a su escuela, mejor dicho, a su antigua escuela. Ya casi era de hora salir, ir hasta allí caminando le llevo bastante tiempo, miró a los alumnos, tenía a dos en la mira, a Elena y a Anna, las siguió, ya tenía conocimiento de que se iban juntas siempre, así que se acercó ellas.

- ¡Chicas! - gritó.

- Oh... mira quién es - y Elena rio.

- La viuda - agregó Anna riéndose.

- Ja ja ja, son unas comediantes, quiero mostrarles algo, ¿vienen? -

- ¿Qué es? - preguntó Anna.

- Tengo marihuana, ¿Ustedes fuman, no? -

- Empiezas a caernos bien - dijo Anna
dispuesta a seguirla junto con Elena.

Las tres caminaron hasta la parte de atrás de la escuela donde había un matafuego vacío, con el trapo lo tomó y golpeó a Elena varias veces en la cabeza, en la espalda, en las piernas, en los brazos, en la boca. Había silencio.

Solo se escuchaba la respiración ahogada de Anna intentando gritar, el metal golpeando a Elena, la risa retorcida de Eryx y las gotas de sangre cayendo al suelo. Su rostro era irreconocible, no había nada más que sangre, más que pedazos de cerebro, de huesos, de dientes.

- Ten - y dejó el matafuego en las manos de Anna la cual está inmóvil, en shock.
Caminó dando pequeños saltitos hasta su casa, al llegar tiró el pañuelo en el contenedor de basura y asegurándose de que nadie la vea lo prendió fuego, ya casi eran las tres y media, así que fue al parque, era la coartada perfecta.

Al llegar habló con Dominik sobre lo que hizo con todo lujo de detalles a él realmente le fascinaba. Mientras hablaban la policía llegó al parque donde estaba ella. Preguntaron sobre el asesinato de Elena, ya que lo que había dicho Anna sobre el asesinato y Eryx no tenía sentido, no había huellas de ella, ni un pelo, y ella estaba en el parque y nadie más la vio hacerlo más que Anna, además las pruebas la incriminaban a ella. Eryx era la víctima una vez más de Anna, salió victoriosa.

Volvió a su casa luego de aquella tarde alocada, jugó a varios juegos con Eiden, miró películas y luego cenaron una rica pizza en familia para luego irse a dormir, aunque Eris no podía, quería inscribir a su hija en una nueva escuela, pero le era difícil ya que casi todas las vacantes estaban llenas y estaban en diciembre.

- Amor... son las cuatro de la mañana... ven a dormir - dijo Eric besando la frente de su amada.

- Si... ya voy... - y suspiró cansada para ir a dormir.

A la mañana siguiente, un sábado lluvioso la familia se la pasó jugando juegos y mirando películas, esto era raro tanto para Aida como para Eryx, estaban acostumbradas al maltrato, al aburrimiento, y ahora todo era divertido, todo era amor y tierno, eso era raro pero les gustaba.

Eryx y Eris cocinaron un pastel de chocolate el cual comieron juntas como merienda junto con un té mientras Eric y Eiden dormían.

- Debemos disfrutar ahora lo que podamos antes de que la bestia y la mini bestia despierten - aclaró la madre riendo.

- Ya veo, los monstruos come pasteles - agregó riendo.

- Si... - y la miró - Perdóname - y lágrimas brotaron de sus ojos.

- ¿Por? - y la miró confundida.

- Por perderte... debí protegerte... solo me voltee diez segundos y te perdí... te pedí por trece años... - y cubrió su rostro llorando.

- No fue tu culpa, mamá... -

- ¿Podrás perdónarme? - y la miró para acariciar sus manos.

- No hay nada que perdonar, mamá - y le sonrió para levantarse de la mesa y abrazarla - Ya estoy aquí... -

- Si... gracias a dios... - y sonrió mientras se limpiaba las lágrimas y le devolvía el abrazo.

Aquel sábado siguió normal, con juegos y películas.

La hora de la cena había llegado, habían preparado una rica carne asada con ensalada, mientras miraban una película infantil llamada Sherk. Al terminar la cena y lavar, todos se fueron a dormir menos Eryx que se quedó mirando la televisión unos minutos más. Aprovechó que estaba sola para ver sus programas favoritos de terror, asesinatos, paranormales y policiales.

Se estaba quedando dormida hasta que despertó por cabecear, así que se levantó del sofá y apagó la televisión y las luces, estaba subiendo las escaleras hasta que alguien tocó la puerta, se fijó por la mirilla pero no logró ver bien, era tarde, era extraño que a esta hora alguien llame a la puerta.

- ¿Quién es? - preguntó.

- Necesito....ayuda...- dijo algo débil.

- Pregunté que quien eres - y suspiró mientras iba por un cuchillo.

- Por... por favor... estoy herida - aclaró mientras tosía.

Volvió a mirar por la mirilla y está vez logró ver a una chica que estaba algo encorvada, cubriendo lo que parece ser una herida, así que abrió la puerta aún con el cuchillo detrás de su espalda por si acaso.

- ¿Quién eres? - volvió a preguntar.

- Soy... soy... Linda... - respondió mientras escupía sangre.

AidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora