CAPÍTULO NUEVE.

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Era domingo, Eryx despertó de nuevo con su hermana al lado, sonrió y se levantó, hizo su rutina y bajó a desayunar. Sus padres ya estaban despiertos, miró la hora en el reloj que estaba en la pared, eran las doce y diez.

- Buen día…- saludó algo dormida.

- Hola cariño ¿Qué vas a desayunar? – preguntó su madre mientras bebía el café y cambiaba de canal en la televisión.

- No lo se… -

- Te guardé un trozo de pastel – afirmó el padre riendo.

- Gracias pa – y buscó en la heladera ese trozo, al encontrarlo lo tomó y se sirvió jugo de naranja y se sentó en la mesa con sus padres.

- Hija, ¿Quieres invitar a tu novio a cenar? Así podemos conocerlo – y miró a Eric.

- Oh, si, dile que venga, tendré preparado mí rifle – aclaró.

- Ni siquiera tienes rifle, amor – y rio.

- ¿En serio? ¿Me dejan traer gente a la casa? – preguntó sorprendida.

- Pues si, amor – y Eric besó su frente.
Eris sonrió y dejó el canal de noticias, estuvieron hablando y riendo hasta que la reportera habló de algo que les llamó la atención a los tres.

REPORTERA: - Las manifestaciones aquí en Nueva York siguen y cada vez más frecuentes, en la Casa Blanca se han manifestado muchas personas en contra del Estado y a favor del “ángel justiciero” como ahora le llaman – dijo mientras mostraban imágenes. – Éstas manifestaciones no han llegado a la violencia, aún, también se han dado en diferentes países como Argentina, México y algunas zonas de Brasil. –

Eris cambió de canal y suspiró anunciando que iría a despertar a Eiden. Ese domingo fue algo aburrido ya que Eris y Eric miraban las noticias para estar al tanto de todo, y Eiden leía sus libros para niños. A la hora de el almuerzo alguien llamó por teléfono a Eris, se fue a su cuarto a hablar.

- ¿Quién es? – preguntó Eryx.

- Seguro es del trabajo – respondió sonriendo.

- ¿Un domingo? – y arqueó la ceja.

Eric suspiró y le volvió a sonreír.

- Quiere inscribirte en una escuela, pero no digas que te dije, es sorpresa, tiene una conocida que es directora así que seguro pueda hacerte entrar –

- Eso es genial – dijo algo feliz.

- Ay… era del trabajo – aclaró Eris riéndose algo nerviosa mientras se sentaba de nuevo en la mesa.

El almuerzo continuó como de costumbre, comida rica y con bromas por parte de Eric.

A las tres y quince ella se vistió con una blusa que era la de la chica, le quedaba algo grande y un jean con unas zapatillas deportivas que su madre le regaló. Avisó que iría a caminar, así que tomó sus llaves y se fue hacia el parque Cristian’s, mientras caminaba comenzó a pensar en aquella escuela, como la tratarían, como sería el lugar, como serían los profesores, si debería matar a alguien.

Por pensar en la escuela se desvió del camino, no estaba muy lejos, así que enseguida se ubicó, siguió caminando, la calle era algo solitaria, apenas pasaban personas y algún que otro auto.
Pasó por otro callejón y nuevamente escuchó un quejido, más bien un llanto, no era humano.

Se acercó y vio a un hombre, antes de que él la vea miró a su alrededor y vio un trapo viejo así que lo tomó, se acercó más para ver mejor, notó que estaba pateando algo y que se movía para evitar que aquello que pateaba se escape, se acercó más y más hasta que notó que estaba pateando a un pequeño perro, sus ojos se abrieron de la ira y apretó sus puños al ver cómo el hombre gozaba del sufrimiento del pobre e indefenso animal.

AidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora