4. El estúpido árbol

1.6K 317 291
                                    

Déjenme todos sus comentarios!!! me encanta leerlos y dan intecacción a al hsitoria, los quiero

Grecia fue por Dylan de inmediato, lo transportó a la puerta de la habitación. Tiago y yo nos abalanzamos contra el ente de manera coordinada. Él llamó su atención apareciendo a su derecha y yo lo rodeé por la izquierda.

Su fuerte mandíbula de hueso con dientes puntiagudos estuvo a punto de cerrase en la mano de Tiago cuando yo lo toqué y lo llevé al espacio inter dimensiones.

Al no ser un carroñero muy grande no nos dio problema y el apuro y la adrenalina por proteger a Dylan nos hizo actuar sin pensar.

Grecia sostenía a su hijo con fuerza, buscando la herida entre la sangre. Tomé una camiseta y la presioné contra su hombro mientras gritaba de dolor. Nos transportamos a la cocina, donde teníamos un botiquín de emergencia y tras una revisión, respiramos tranquilos. No era tan grave como pareció en un inicio.

El rasguño era profundo, lo suficiente para haberlo hecho sangrar, pero la hemorragia se fue deteniendo y agradecí que no iba a ser necesario llevarlo al hospital, yo podía suturarlo.

Su madre le abrazó la cabeza y lo hundió contra su pecho, para que continuara sollozando sin ver cómo le cerraba la herida con mucho cuidado.

—Dylan, no vuelvas a hacer eso. —Cuando la situación estuvo más tranquila, Tiago lo regañó.

—Iba a matar a Ian—la voz del niño se escuchó.

—Sí, pero tu vida es más valiosa que la del gato, no puedes arriesgarte por él.

—Ian es de la familia.

—Yo lo sé —intervine—. Mira, no puedes ponerte en peligro por nadie. Ni por Ian, ni por tus padres ni por mi ¿de acuerdo? Si un ente aparece, debes mantenerte en el círculo de sal y gritar por ayuda, o teletransportarte lo más lejos posible.

Terminé la sutura y le puse una gaza esterilizada. Dylan había aguantado, era un niño muy terco y valiente, tal vez demasiado valiente, lo que lo llevaba a cometer actos impulsivos y peligros. Como meterse en el camino de un carroñero.

Le di un calmante, que tomó a regañadientes.

—No vas a poder ir hoy al colegio. —Grecia lo besó en la cabeza y se agachó a su altura. Él esquivó la mirada—. Ve a mi habitación, puedes ver televisión y yo te llevaré el desayuno.

El pequeño asintió y desapareció sin decir nada. Confiados en que había obedecido. Nos sentamos a la mesa del comedor.

—Cada vez trae cosas más peligrosas —dijo Tiago—. Nosotros traemos algún espectro o un parásito sin darnos cuenta, pero es la segunda vez que trae un carroñero. ¿Tú o tus hermanos traían cosas así? —me preguntó.

—No —negué—. No era lo normal, a menos que estuviésemos experimentando alguna cosa. Los carroñeros suelen entrar con otro tipo de portales, traerlos en sueños es inusual.

—Bueno, yo una vez traje un Night crawler —consideró Grecia.

—Una vez, en toda tu vida, porque estabas bajo mucha presión y a saber cuántos portales abriste—le respondió Tiago.

—¿Hay alguna forma de evitar que esto siga pasando? —Grecia buscó que le diese una respuesta y no la tenía.

—Podíamos controlarlo en el laboratorio del proyecto Transalterna, pero ya no tenemos acceso a nada de eso. Tal vez no debamos dejarlo dormir solo— sugerí.

—¿Tú crees que el querrá? —Tiago tenía un punto. A Dylan no le gustaba nada que se invadiera su espacio o se lo trata como un bebé.

—Pensaré en algo—dije en un bostezo. Seguía siendo muy temprano y ya que no había permanecido más días en otra dimensión, iría al estudio de tatuajes.

ShiftingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora