5. El anillo de compromiso

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No s eolviden de comentar, los quiero!

—¿Qué pasó? ¿No te tomarías tus días libres del mes? —Cuando llegué al estudio de tatuajes, me interrogó John, mi socio, un sujeto calvo y barbón, que tatuaba y realizaba piercings. Aprovechaba lo vacío de la mañana para comer un sándwich de mortadela en el mostrador.

—Tuve un inconveniente. Igual no atenderé a nadie hoy—le respondí.

Dylan lo saludó y fue directo a sentarse a una de las sillas de tatuar que teníamos al frente, al fondo eran áreas con camillas y más privacidad, en la zona de espera, había unos cómodos sillones y una televisión con consolas de videojuegos.

Cuando John notó el vendaje del niño, se limpió la barba con una servilleta y abandonó su bocadillo.

—¿Qué fue lo que le pasó?

—Lo... atacó un perro esta mañana —mentí.

—¿Un perro? ¡¿quién dejó así a su animal suelto?! ¿Llamaste a la policía? —se exaltó, revisando al niño, quien estaba más tranquilo que él.

—Sí, hicimos todo lo que debíamos, por eso no fue al colegio. Tiago debe viajar y Grecia atender en la pastelería.

—¡Aaron me hará un tatuaje! —Dylan exclamó con entusiasmo.

—Sí, pero primero me haré yo el mío. —Saqué el boceto de la serpiente de mi bolsillo y alisté las tintas. Quería trabajar con la idea fresca.

—No es necesario que te tatúes todo lo que se te ocurre ¿sabes? Existe el papel. Te regalaré un cuaderno en navidad y unos marcadores.

—Dibujo en papel y de ahí lo paso a mi piel. Todo tiene un motivo —le respondí, limpiando la zona en mi brazo izquierdo. Me gustaba dibujar sin guías. Arriesgado, pero me daba más libertad.

—Bueno... mientras Aaron se garabatea yo te hago el tuyo —le ofreció a Dylan y él aceptó—.¿Qué quieres que te haga?

—¡La serpiente!

—¿La misma que Aaron? Está bien, solo que yo sí necesito una guía.

Le extendí el dibujo, ya no necesitaba verlo. John limpió el brazo del niño y comenzó a dibujarle.

—¿Por qué mis tatuajes se borran y lo de Aaron no? —le preguntó, mientras John delineaba el dibujo.

—Oh, porque él se lo repinta cada semana.

—¿Y por qué te pintas siempre lo mismo? —dirigió a mí su pregunta, yo estaba concentrado en hacer el borde del infinito.

—Es porque mis tatuajes son permanentes, inyecto la tinta en mi piel, los tuyos son temporales.

—¿Y por qué no me haces uno de verdad? —reclamó.

—Porque los niños no pueden hacerse tatuajes de verdad.

—¿Por qué no?

—Porque no es bueno para ellos.

—¿Y por qué no es bueno?

—Porque es para siempre

—¿Entonces por qué tú te los haces?

—Porque soy grande.

—¿Y cuándo seré grande para hacerme un tatuaje?

—En unos años.

—¿Cuando tenga seis?

—No, más grande.

—¿Siete?

—Mira Dylan, cuando tengas barba como la mía yo te haré tu primer tatuaje, ¿sí?—John nos interrumpió, ya había perdido la paciencia ante las preguntas de Dylan.—Tal vez te quede una cicatriz de esa herida. —Le señaló su hombro—. Tendrás una como la que tiene Aaron. Eso es mejor que un tatuaje, es como una marca de guerra.

ShiftingDonde viven las historias. Descúbrelo ahora