No se olviden de dejarme sus opiniones! los quiero
Tiago intentó aventurarse hacia el sonido. Lo detuve con una mano.
—Puede ser una trampa —le dije en voz baja.
Caminamos con cautela. Prestando atención. De pronto, otro sonido atrajo nuestra atención. Voces adultas.
Bajamos las linternas mientras las otras personas se acercaban.
—¡Matt! —el grito se escuchó cerca.
Volvimos a iluminar y nos encontramos con otros dos sujetos, un hombre mayor y otro más joven. No los reconocí, pero al parecer Tiago sí, y ellos lo reconocieron a él.
—Son del círculo—me susurró.
Crucé miradas con el mayor de ellos, un tipo robusto de cabello gris, vestido con una camisa negra y pantalones vaqueros. De los típicos sujetos ricos de Almarzanera.
—¿Vienen por el night crawler? —preguntó con una sonrisa socarrona.
Decidí no responder.
—Es nuestro, se escapó—intervino el otro hablando con tono de burla—. Así que regresen por donde vinieron.
—¿Se les escapó? ¿No aprendieron nada y siguen trayendo criaturas que no pueden controlar? —Tiago les hizo frente.
—¿Quién dice que no las podemos controlar?
El llanto agudo de antes retumbó en la selva y eso llamó la atención de todos.
Los tipos corrieron hacia el sonido.
Tiago y yo los seguimos y les tomamos la ventaja teletransportándonos varios metros adelante de ellos.
Alumbramos al rededor, buscando entre las enormes hojas. La respiración agitada de los hombres del Círculo nos alcanzó.
Un movimiento tenue y un crujido nos reveló la ubicación de la criatura.
Apareció frente a nosotros. Sabía que lo buscábamos.
Su cuerpo esquelético de largas extremidades se confundía con las ramas de los árboles, pero sus ojos enormes inyectados en sangre y su boca sin labios con una sonrisa perpetua eran claramente visible.
Los otros sujetos se apresuraron a sacar un arma. Pensamos que le dispararían, mas lo que llevaban no tenía balas, sino una red que cayó donde estaba la criatura. Esta se movió con velocidad y escapó a último momento. Lo perdimos de vista.
—¡¿Qué rayos hacen?! —les reclamé. Sacando mi cuchillo.
—No se atrevan a matarlo, lo queremos vivo —me respondió el más joven.
Pedido que sirvió para que Tiago y yo supiéramos exactamente qué no hacer.
Mi compañero sacó una granada de sal de su mochila y la soltó, con la esperanza que eso revelara el nuevo escondite de la criatura.
No estaba seguro de su eficacia ya que estábamos al aire libre.
Los cuatro permanecíamos quietos y callados en la oscuridad y de pronto el nigth crawler saltó sobre uno de los sujetos del Círculo. Él gritó, el ente le rasguñaba el rostro con furia. Su compañero trataba de volver a cargar otra red en su arma.
Tiago no se veía dispuesto a ayudarlo y por un momento yo también pensé en lo mismo. Me apuré a tomar a la criatura por la espalda y lo dejé en el espacio interdimensiones.
—¡No! ¡¿Dónde lo llevaste?! —el sujeto tiró su arma al suelo, ignorando al otro que se incorporaba como podía, con el rostro ensangrentado.
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Shifting
ParanormalCuando mi hijo me advierte que hay un monstruo debajo de su cama... sé que dice la verdad. Porque él mismo trae esas criaturas a nuestra realidad mientras viaja de una dimensión a la otra. Como hacía yo, como hacía su madre, como hacían sus otros pa...