8. Candance

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La intercepté en la puerta. No quise arriesgarme con un nombre así que solo la tomé por el hombro. Ella pareció asustarse al inicio, luego me miró con algo de desagradado.

—Hola—la saludé, para ver su reacción, si me saludaba con familiaridad o se sorprendía.

—Luego—me dijo acomodando la mochila en su hombro.

—¿Luego?

Ella miró alrededor, como preocupada por lo que el resto dijera.

—Luego, a la salida, no puedo faltar a esta clase—me respondió con molestia. De manera torpe retiró mi brazo y se metió al salón, ófrico y descuidado. Se fue a sentar hasta el fondo y los chicos que me habían saludado antes volvieron a reunirse a mi alrededor. Con ellos entré y me fijé que los bancos tenían cada uno un nombre escrito en una cartulina. Me costó leer lo que cada uno decía, distinguí el nombre de Logan en uno. "Logan Black" leí haciendo esfuerzo. Así me enteré de cuál era mi apellido. Estaba casi a la altura de ella. A tres bancos de distancia y no podía dejar de mirarla.

Se sentó en silencio, nadie la saludaba, ni ella le dirigía la mirada a nadie. Puso una botella de plástico con agua sobre el pupitre y se mantuvo quieta hasta que el maestro ingresó al aula.

En algún momento debíamos tener un receso, y ese sería el momento en el que me acercaría a ella. No pensaba esperar hasta la salida.

—Buenos días. Recuerden que hoy hay luna llena así que saldrán una hora antes.

Se hizo silencio en el aula y el profesor empezó a escribir en la pizarra. Por más que enfocaba la vista todo era confuso, los números se mezclaban en mi cabeza.

—¿Quién se ofrece a pasar a resolver el logaritmo?—se dio la vuelta y se dirigió a la clase, todos desviaban la vista, esperando no ser elegidos. Miré hacia ella, tenía la mano levantada de mala gana—. ¿Nadie? —preguntó el profesor y seguro se dio cuenta que miraba para otro lado porque se acercó un paso hacia mí y me extendió el marcador—. Señor Black, pase.

Demonios... Seguro era algo demasiado sencillo de resolver, pero el no poder leer me dificultaría las cosas. Odiaba las dimensiones donde me tocaba regresar al colegio.

—Ella se está ofreciendo—volví mi mirada hacia la chica y se la señalé al profesor.

—Ofreciéndose, qué sorpresa —el chico de mi lado dijo entre risas y quienes lo escucharon rieron por lo bajo también.

—Profesor, ¿me deja? no me dio puntos esta semana—se quejó ella, ignorando a quienes se reían.

—Está bien Candance, ve —de mala manera el profesor le extendió el marcador y ella se levantó.

Candance. Así era como se llamaba en esa dimensión, era la primera vez que la conocía con ese nombre.

Caminó con seguridad al pizarrón y los murmullos comenzaron.

—¿Para qué quiere puntos? si esa maldita zorra no va a acabar el colegio—escuché que uno de los chicos cerca de mi dijo y volteé de inmediato.

No sé qué gesto puse, pero se asustó un momento. Luego me dedicó una sonrisa burlona.

Ya empezaba a entender que Candance era el blanco del bullying en ese colegio.

No llamar la atención era lo único en lo que debía concentrarme, solo por eso no me había levantado a darle una nada delicada advertencia a esos imbéciles.

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