Donde Jungkook es un exitoso, pero infeliz hombre casado. Este mismo vive asegurando que todo lo que ha pasado hasta el momento en su vida, lo tenia merecido. Pero de una extraña manera volverá a reencontrarse con la persona que una vez lo hizo feli...
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"Siempre me he preguntado ¿cómo sería cuando te vea de nuevo cómo reaccionarías?. ¿Me saludarías o simplemente me ignorarías?.
Por mi parte, si algún día te vuelvo a ver, nunca te dejaría ir"
Una semana después.
Era viernes por la noche eso de las 9:39 pm.
Jungkook se encontraba en su oficina ya que hoy tuvo que quedarse más tarde de lo normal, pues había descubierto alguna irregularidades con la contabilidad e ingresó que normalmente tiene por cada hotel ubicado en Corea.
Por ello se quedó hasta esas horas dispuesto a descubrir de dónde venían esos fondos demás.
Mientras revisaba algunos informes de contabilidad de algunos meses atrás, una llamada lo interrumpió miro de quien se trataba y pudo fijarse que era su nana la cual se encargaba del cuidando de su hija como era de costumbre. Enseguida la preocupación lo domino por completo y sin más contestó la llamada.
- Hola Nana ¿Esta todo bien con Yeri? ¿Pasó algo?- cuestionó notablemente preocupado.
- Hola hijo, es la niña ella se acostó a dormir como siempre. Pero después de media hora se levanto llorando, dice que le duele mucho la barriga. Le di de tomar un té pero no le hizo nada ¿puedes venir rápido? ella te llama a ti y no quiere decirme que más le duele - hablo la mujer al otro lado de la línea bastante preocupada.
Jungkook apenas escucho eso se puso de pie para salir rumbo a su casa.
- Voy para allá enseguida. Ten lista un poco de ropa para Yeri por si requiere de hospitalizacion. Cámbiala de ropa y ponle algo abrigado, porqué apenas llegue me la llevo a la clínica - dijo Jungkook colgando la llamada mientras salía a toda prisa de la oficina hacia el ascensor.
Cuando llegó al estacionamiento entro a su auto lo prendió y aceleró. En ese momento no le importaba tener una multa, única que quería ahora era llegar a su casa deprisa y llevar a su hija al médico para que está se sienta mejor.
Llegó a su casa en un tiempo récord y nisiquiera estacionó bien su auto solo bajo y corrió, dentro de la mansión, agitado y sumamente preocupado.
Cuando llego a la sala el corazón del pelinegro se estrujo al ver el rostros de dolor y los pequeños quejidos que soltaba su hija mientras que su nana la sostenía sobre su regazo.
- Que bueno que llegaste, hijo. Mi cielo, ya llegó papi. Él te llevará para que te curen y ya no te duela la barrigita, si mí amor - dijo la mayor a Yeri quien abrio levemente sus ojitos.
