Ya me había abandonado mi madre, y no quería volver a pasarlo tan mal otra vez. Pero Peeta no es así,
solamente se limita a decir:
-Nunca.
Con eso me basta. Le cojo de la mano y le llevo hacia el dormitorio, invitándole a tumbarse en la cama,
porque parece cansado. Entonces, me recuerda que no ha traído pijama.
-¿Quieres que vaya a buscarlo?-me pregunta.
-No, Peeta, no te vayas.-le digo.-Puedes dormir en ropa interior.-me mira con cara de sorpresa, pero no
tengo ninguna explicación para darle, porque hasta yo misma estoy sorprendida de haber dicho eso en alto.
-Pero bueno, y pensar que eres la inocente Katniss que se negó a verme desnudo en los primeros juegos.-
dice Peeta. Empezamos a reír descontroladamente, recordando que hace unos años era incapaz de ver
a alguien sin pantalones hasta que le digo:
-Espera aquí, voy a cambiarme.-aún no estoy preparada para cambiarme de ropa delante de él, eso implica
desnudarse y no creo que a Peeta le guste mucho ver mi cuerpo lleno de cicatrices.
Me despido dándole un ligero beso en los labios, cojo mi pijama y me meto al baño para cambiarme lo
más rápido posible. Me desnudo y me pongo el pijama, me lavo los dientes y me deshago la trenza,
dejando caer mi cabello ondulado por mis hombros.
Cuando salgo del baño, me encuentro a Peeta en calzoncillos, tirado encima de las sábanas. Las
adolescentes normales, pensarían en hacer alguna cosa inapropiada esta noche, pero, una vez más,
yo no soy una adolescente normal; así que dejo la ropa sucia en el suelo y me meto en la cama junto a él.
Peeta se mete conmigo bajo las sábanas y me abraza, juntandome lo más posible a él.
Tengo una extraña sensación de deja-vu al recordar las noches que Peeta y yo pasamos juntos antes de
nuestros segundos juegos.Pero me inunda una sensación de alivio cuando me doy cuenta de que Peeta y
yo no vamos a la arena; sino que estamos empezando nuestra vida de nuevo.Un nuevo comienzo.Juntos.
Sonrío al pensarlo, por primera vez desde que Prim...no puedo ni pensar la palabra. Pero trato de
olvidarme de la tristeza, y miro a Peeta que ya está con los ojos cerrados y unas leves marcas de
cansancio bajo sus ojos.No puedo evitar llevar la mano a su mejilla, para acariciarla y notar que ya no
es suave, sino que ya le está creciendo barba. Me alegro, no solo de por la curiosidad de ver a mi Peeta
con barba, sino por el sentido de libertad, pensar que ya no estamos atados al Capitolio de ningún
modo.
-Buenas noches, Peeta.-le digo suavemente antes de besar su mejilla.
Él susurra algo parecido a 'Buenas noches'antes de dormirse por completo.
Empiezo a reflexionar sobre todos los acontecimientos sucedidos en el día de hoy. Esta mañana, estaba
sóla, triste y deprimida, hecha una bola encima de mi cama, llorando. Pero ahora, apenas unas horas
después estoy de nuevo en la cama, pero en una situación completamente distinta; estoy en los brazos
de chico más amable, considerado y dulce de todo Panem.
A veces siento que he nacido para estar con él. Que todos los momentos buenos, y los malos, que cada
decisión que he tomado me ha llevado a estar con Peeta. Me gusta pensar así, aunque nunca he sido de
esas chicas que creen en eso del 'destino'. A pesar de todos los malos momentos y las pérdidas, todo ha
merecido la pena para poder estar con él.
Y con ese pensamiento, dejo que el sueño se apodere de mí.
Estoy en el lago al que solía ir a nadar con mi padre bañándome y Peeta está bajo la sombra de un árbol
dibujándome. Es uno de esos momentos que hacen que me olvide de todas aquellas personas que no están y
poder ser feliz por un momento. Entonces, oigo una risita muy familiar. Prim. Sale detrás del árbol en
eñ que Peeta está sentado y viene corriendo hacia mí. Lleva la misma ropa que el día de la cosecha, con
la camisa saliendose por detrás y sus largas trenzas rubias perfectamente entretejidas. Viene hacia mí
corriendo y riendo, pero entonces, Peeta deja de ser él mismo y se convierte en el Peeta del 13. Su
mirada se vuelve diabólica y coge a Prim y le prende fuego. Prim no deja de gritar mi nombre, pero algo
me impide avenzar hacia ella y salvarla. Empiezo a llorar por sentirme así de impotente al ser incapaz
de salvar a mi hermana, que sigue retorciéndose de dolor en el suelo y gritando mi nombre.
-Shh, Katniss, shh, tranquila-dice una voz lejana.
Yo sigo llorando y gritando a ver que Prim está cada vez más quieta.
-Katniss, cálmate, es solo un sueño-cada vez esa voz suena más familiar y está más cercana.
El lago, con Prim en llamas y con Peeta riéndo como loco se empiezan a desvanecer, conviertiéndose en
una imagen en negro. Entonces me doy cuenta de que no estoy en el lago, sino en la oscuridad de mi
dormitorio, y de que no es una voz desconocida la que me habla, sino que es Peeta a mi lado tratando
de sacarme de mi pesadilla.
Intento dejar de llorar y de calmar mi respiración, pero no puedo. Esta pesadilla es la peor que he
tenido hasta el momento, extremadamente realista y dolorosa. Trato de olvidarla y empiezo a pensar
en que Peeta está a mi lado, probablemente sufriendo al verme así y comienzo a tranquilizarme por él.
-¿Quieres hablar de ello?-pregunta Peeta.
Niego con la cabeza, eso sólo haría que reviviera ese mal recuerdo y no me apetecía.
-No, sólo abrázame.
Peeta, como siempre, me hace caso y me abraza con fuerza, susurrándome 'te quiero' al oído una y otra
vez al oído hasta que me duermo.
Cuando me despierto, las sábanas están enrolladas a los pies de la cama y Peeta no está a mi lado
abrazándome como anoche. En su lugar, encuentro una nota:
Katniss,he ido al pueblo a arreglar unos asuntos de la panadería, volveré antes de comer.Te quiero,
Peeta.
Desde que volvimos al 12, Peeta había decidido reconstruir la panadería y así darle algo de vida al
distrito. Pero aún le faltaba mucho papeleo por hacer, así que muchas mañanas se iba de casa al
amanecer.
Cuando bajo a la cocina, me encuentro el desayuno hecho.
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Los Juegos del Hambre
Fanfiction¿Cómo continúa la historia de Peeta y Katniss después de Sinsajo?