34 | ¿QUE PASARA?

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MINERVA

Es la primera vez, desde que tengo memoria, que encuentro un taxi tan puntualmente en las calles de la ciudad. Creo que Dios se apiado de mí y lo envió a rescatarme, porque de no haber sido así la verdad no sé qué hubiera sucedido.

La conversación con Tony me había dejado una combinación de sabores que finalmente desataban en lo amargo.

Llegue al departamento que he estado arrendando por los últimos meses y me arrellane en el sofá con una taza de chocolate caliente y una caja de pañuelos al lado.

El había tenido razón y la brisa de la noche me había perjudicado aún más de lo que había empezado como un pequeño resfriado. Seguro que ahora parecía un pedazo de baba andante. Y sin embargo el me había besado, recordé. Y de qué manera...

Un calor me recorrió todo el cuerpo y se me acumulo en la cabeza al recordar la manera en la que nos habíamos besado desde que nos reencontramos.

¡Quien lo diría! Tan solo unas horas y es como si nos hubiéramos reconciliado y vuelto a separar quien sabe cuántas veces. La cuestión es que no nos reconciliamos porque en realidad, no estamos juntos.

Tome un pañuelo y soné mi nariz con fuerza mientras disfrutaba mi chocolate y veía en la televisión aquellos programas en los que las personas se acusan unas a otras de cosas absurdas buscando ganar, quizás algo de estupidez me haría olvidar un poco lo que había pasado con él.

Dos horas después y cuando me resigne a que no podría concentrarme en el dichoso programa apague el televisor y decidí darme una ducha antes de dormir. Fume un par de cigarros y cuando creí que era demasiado tarde me metí en la sabanas. Abrí los ojos de golpe y maldije en voz alta.

¡No podía cerrar los ojos! Cada vez que cerraba los ojos las calientes escenas y los recuerdos de las fuertes e impacientes manos de Tony recorriéndome y tocándome en lugares peligrosos no se hicieron esperar.

Grite con molestia y gane que el vecino de al lado gritara de vuelta haciéndome callar. Abrace la almohada y grite contra ella aceptando que sería una noche larga.

*****

Las ojeras que adornaban mis ojos eran testigo de la noche de perros que había pasado. Casi no me había podido dormir y cuando lo logre le dio a la alergia por hacerse presente. Pase toda la madrugada estornudando en compañía de mis pañuelos y del té de hierbas 'especial' que Kc me recomendó cuando empecé con todo esto.

Prepare un baño de tina caliente, maquille un poco mi semblante y desayune algo liviano para regresar al estudio.

Por fortuna hoy solo tendría que revisar las fotografías y acomodarlas para el posterior envió a la revista. Pase por mi auto al taller, que se había descompuesto un par de días atrás, y conduje por las atestadas calles hasta llegar al edificio.

La cafeína no estaba ayudando mucho así que literalmente parecía un zombi en búsqueda de alimento. Subí por el ascensor y al llegar al piso busque las llaves sin percatarme de la silueta que aguardaba frente a la puerta, no fue raro que casi me diera un infarto del susto al encontrar a Tony esperándome. Salte, grite y le tire las llaves a la cara, todo al mismo tiempo.

−¿¡Dios mío Tony quieres matarme de un susto!?

−Perdona Mia, creí que me habías visto.

−Pues no. Creo que la próxima vez deberías avisar –sugerí mientras entraba al estudio seguida por él. 

−Lo hare –repuso avergonzado. Lo mire y por fin lo detalle. Iba vestido de manera casual pero elegante, parecía que acabara de tomar una ducha y aunque quizás se veía mejor que yo lucia como si tampoco hubiera dormido bien. Iba a decir algo pero un estornudo me interrumpió- ¿Estas bien?

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