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ELIZABETH

Contemple el reloj en la pared el cual marcaba la 2:00 am. Ya había pasado una hora y veinte minutos desde que el oficial Parrish había salido, dejándome completamente sola y con la palabra en la boca.

Me recosté en la pequeña cama que había en la celda dispuesta a tomar una pequeña siesta. Cerré los ojos en un intento de conciliar el sueño, pero era inútil, no podía dormir.

¿Y si Jordan se arrepintió de lo que dijo y por eso se fue? ¿O quizás...?

El sonido de unos zapatos chocando contra el suelo me hizo salir de mis pensamientos. Aquellos pasos son cada vez más rápidos y cercanos, hasta que finalmente cesan, esa persona se detuvo frente a la celda.

Me incorporo rápidamente, levantó mi vista esperando encontrarme con el lindo rostro del oficial Parrish, pero para mí desafortunada suerte me encuentro con el idiota de Haigh.

— ¿Elizabeth Stilinski? — cuestiona incrédulo. Me escanea de pies a cabeza sin disimulo alguno, yo me remuevo incomoda. Su mirada recae en mi escote así que me apresuro a subir el cierre de mi chaqueta.
— Dichosos los ojos que te ven. Estás aún más guapa que desde la última que te vi.

Haigh es la última persona con la que quería encontrarme esta noche. Es un tipo detestable y la razón por la que no frecuento mucho la comisaría.

— Hola oficial Haigh.— saludo con notorio falso entusiasmo. — Pensé que usted estaba de vacaciones.

— Lo estaba, llegué hace unas semanas. — me explica. — Puedes dejar las formalidades, háblame de tú, por favor.— me pide, yo me limito a asentir con la cabeza sin ánimos de intercambiar palabras con él.

Haigh se me queda mirando como un bobo durante unos segundos. No me gusta para nada la forma en que me mira.

Carraspeo la garganta para llamar su atención.

— Y..¿Qué hace aquí? — pregunto sin mucho interés.

— Yo trabajo aquí, guapa. En todo caso, yo soy el que debería preguntarte eso a ti.— contesta con una sonrisa en su estúpido rostro — Oh cielos, lo lamento. Parrish es nuevo aquí, te sacaré de aquí ahora mismo y te llevaré a tu casa. En el camino me cuentas cómo terminaste aquí.— dice para después buscar las llaves en el escritorio para abrir la celda.

Ahora si, en definitiva, mi plan se fue a la mierda.

El rostro se me ilumina cuando llega a mis oídos el ruido de unos pasos fuertes y decididos que se aproximan hacia nosotros. Es el oficial Parrish, debe de ser él.

— Antes de que digas algo, respecto a lo que dije yo si...— se callo abruptamente al ver a Haigh — ¿Qué haces aquí Haigh? Hoy es tu día libre.

Mierda. Solo espero que Haigh no vaya mencionar a mi padre.

— Lo es, solo vine a recoger algo que olvide en mi escritorio...— cuenta el idiota — pero eso no es lo importante, necesito que me des las llaves de la celda. Liz no debería estar aquí, iré a llevarla a su casa y también..—

— Ella se queda aquí. — lo interrumpe Parrish — Son órdenes del sheriff.

— ¿Estás seguro? — cuestiona Haigh con una ceja alzada.

— Si, Clark me lo dijo. — aseguró mi oficial.

Ahora que recuerdo, la última vez que me arrestaron, mi padre fue a buscarme y me advirtió que si eso volvía a pasar me dejaría pasar toda la noche en la celda para que aprendiera la lección. De seguro la chismosa de Clark le contó y él ordenó que me dejarán aquí. Ya entiendo todo.

El OFICIAL PARRISH Donde viven las historias. Descúbrelo ahora