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ELIZABETH

Reviso mi celular impaciente una y otra vez esperando que en cualquier momento me llegue una llamada o un mensaje del oficial Parrish.

Mi turno ya había terminado hace aproximadamente una hora y Jordan aún no aparecía. Me encontraba sola dentro del establecimiento esperándolo. Isaac se había ido temprano, le surgió una emergencia y tuvo que retirarse, o al menos eso fue lo que me dijo. Respecto a Bobby, siempre se va dos horas antes de cerrar así que somos Isaac o yo los que regularmente nos toca cerrar, nos turnamos los días. No se si para mi buena suerte o mala suerte, me toco el día de hoy cerrar a mi.

Admito que, estoy muy preocupada por Parrish, no puedo evitar pensar en qué tal vez sufrió un accidente y por ello, no ha podido comunicarse conmigo; sin embargo, también pienso en la posibilidad de que me esté evitando e ignore todos mis mensajes y llamadas a propósito.

Me debato mentalmente, si esperarlo un poco más o ya irme a mi casa. Finalmente, la poca dignidad que me queda me dice que mande todo a la mierda y me vaya a casa.

Me levanto de la silla decidida a irme a mi hogar, no pienso esperar más. Es muy claro que el no va llegar.

Tomo las llaves que están en mi bolsillo izquierdo trasero y procedo a abrir la puerta.

Levanto la mirada de la cerradura cuando veo de reojo una sombra a lo lejos, observo a través del cristal una figura masculina que se acerca a pasos lentos.

Todo mi cuerpo se tensó y mis ojos se abrieron de par en par, cuando logre reconocer a la persona que venía hacia a mi, era Jordan. Su cuerpo estaba quemado, tenia rastros de hollin y restos de tela.

No lo pensé dos veces, empuje la puerta y corrí lo mas rápido que pude hacia él.

— Dios mío, Jordan, ¿Qué fue lo que ocurrió? ¿Quién te hizo esto? ¿Llamo a una ambulancia? — mi estúpida boca comenzó a lanzar preguntas al llegar enfrente de él.

Parrish en lugar de contestar, con su brazo derecho, envolvió mi cintura y me atrajo hacia su pecho. Me quede perpleja y poco a poco correspondí su abrazo.

— Beth, estoy bien. Tranquila. — contesta y automáticamente mi cuerpo se relajo.

Nos mantuvimos abrazados en silencio durante unos segundos hasta que recordé que estaba herido y entonces, rompí el abrazo para verificar de que no lo estuviera lastimando. En mi rostro se dibujó una mueca de confusión al ver que ya no había ninguna quemadura en su cuerpo y solo estaba cubierto de hollín, tenia algunos rasguños y cortes, pero nada grave.

— Vamos adentro para que te limpies y pueda curarte esas heridas.— tomé una de sus manos y lo guié hasta el interior de la cafetería. El no dijo una sola palabra, solo me siguió.

Al ingresar al establecimiento, cierro la puerta tras de mi y después, colocó una silla frente a Parrish para que tome asiento.

— Siéntate aquí, ahora vengo.— le ordeno para después ir a la oficina de Bobby por el kit de primeros auxilios.

Cuando llegue al lugar donde estaba el oficial, dejo las cosas en el suelo y pongo una silla para mi enfrente de el. El mira atentamente cada uno de mis movimientos.

— ¿Puedo? — le pido permiso para comenzar a limpiar sus heridas y el asiente dándome su aprobación para que lo haga.

— ¿Por qué no fuiste a un hospital? — pregunto mientras pasó el algodón por encima de una de las cinco heridas que tenía en el abdomen.

— En el hospital no hay enfermas tan lindas como tú.— dice provocando mis mejillas se pongan coloradas. No me esperaba esa respuesta para nada.

— Te miras muy linda sonrojada.— habla ocasionando que me ponga aun más roja.

El OFICIAL PARRISH Donde viven las historias. Descúbrelo ahora