❄︎𝑪𝑨𝑷𝑰𝑻𝑼𝑳𝑶 12❄︎

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Elenor se acercó más a aquel gran edificio hasta que lo tuvo casi de frente. El gran lugar parecía dividido en tres partes y en la parte superior del lugar había una gran chimenea, algo antigua, que inundaba todo el cielo de humo.

Al lado de la chica, se encontraba un gran camión y algo más lejos se podía ver un pequeño parking con una docena de coches aparcados. Estos coches, a diferencia de el camión o el edificio parecían bastante modernos. Como si tanto lo uno como lo otro no se hubiese ni limpiado durante un par de décadas.

Ahora, las dudas que tenía sobre lo que era ese edificio, habían desaparecido. Era la fábrica, la fábrica de los padres de Luke.

Entonces, tres trabajadores salieron y Elenor, asustada por como reaccionarían al verla allí, se escondió detrás del camión que había a su lado. Los tres empleados llevaban un par de cajas gigantes entre sus manos y llevaban puestos unos uniformes negros con unos pequeños dibujos de distintos instrumentos para construir cosas, como un martillo o una llave inglesa, blancos en diferentes partes del traje. Los trajes que llevaban también estaban desgastados. Parecía que habían dejado de venderse y los propietarios de la fábrica no les habían renovado en demasiado tiempo.

Entre los tres se acercaron al camión y colocaron las cajas en el maletero. Elenor mantuvo la calma, ellos se habían posicionado en el lado opuesto donde ella se había escondido y si no se mantenía tranquila, seguro que la descubrían. No sabía si eso era algo malo ya que tal vez cualquiera podría acercarse por allí pero... ¿Y si era una propiedad privada? ¿Y si esa zona era parte de la fábrica y estaba restringida?

Tras colocarla en su sitio tanto los dos hombres como la mujer que habían transportado hasta allí la caja se apoyaron en el camión y disfrutaron un par de segundos de descanso.

–¿Cuando se supone que dijo que vendría el del camión? –dijo uno tras un suspiro

–A saber... –dijo la trabajadora

–Esto se a vuelto un desastre estos últimos años –dijo el otro trabajador uniéndose a la conversación– Ya ni siquiera es puntual. Aunque antes, eso, tal vez era demasiado excesivo.

–¿No tenéis curiosidad por saber qué pasó? –continuó la chica

–¿A que te refieres? –dijo el trabajador que anteriormente había empezado la conversación extrañado

–Que nadie cambia tan rápido –explicó– Nadie se va a dormir y al día siguiente despierta como si fuese otra persona como si nada, sin que nada haya pasado.

Elenor, quien escuchaba la conversación atenta, empezó verle el sentido a todo. Por eso todo estaba tan mal, desgastado y sin renovar. De alguna forma el padre de su amigo cambió al no saber nada de él, seguramente ya le daría por muerto, al fin y al cabo, ¿Quién diría que Luke sabía cuidarse tan bien solo?

Una parte de la chica quería entrar y averiguar más pero la más sensata la decía que no era buena idea, que era mejor irse ya de ese lugar y no arriesgarse, sin embargo, Elenor, por una vez, ignoro todas las advertencias de su subconsciente y se dejó llevar por su instinto. Elenor solía ir siempre a lo seguro, pero en cierto modo, esta situación la estaba cambiando a ella también.

Entonces, la chica, se alejó sigilosamente de aquel camión y empezó a dirigirse a la fábrica.

Lo más complicado para ella fue conseguir no hacer el más mínimo ruido con los pies. El resto fue sencillo ya que los tres trabajadores se habían quedado observando un bello pájaro que se había acercado a ellos.

Elenor, no tardó en llegar a la puerta y una vez que lo hizo decidió entrar antes de arrepentirse. Entrar en la fábrica nunca había formado parte de su simple plan pero tal vez incluso conseguía averiguar algo más sobre Luke. Seguro que su amigo se alegraba al poder saber que hizo su padre cuando desapareció. Bueno, no era la realidad más bonita del mundo pero ya eran noticias. Sobre todo porque el chico había estado desinformado todo el tiempo.

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