Capítulo 5

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A la vista de todos, esa noche, el matrimonio Granchester rió, bailó, brindó y hasta se besó, no importándole a la pareja el escándalo publicitario. Ni tampoco que a ojos familiares llegaran las notas de los jóvenes enamorados, que si en un ayer no pudieron disfrutarse, al estar casados ¿por qué no? Además, ¡estaban en Nueva York!, y desde Chicago los regaños o los reclamos no podían alcanzarlos.

Quien sí y a la salida del restaurante, fue una simpática chiquilla de bucles rojos vestida bonitamente, y a Candy le ofreció una rosa blanca, muy idéntica a las inolvidables "dulce Candy".

Evitando un comentario, la pecosa aceptó agradecidamente el obsequio, viendo la pareja la retirada de la detallista.

Linda, ¿no? — observó Candy oliendo la rosa.

Posteriormente, la colocó en el ojal de la solapa en el saco de su esposo, el cual se dispuso a pedir un servicio de taxi para ser llevados a casa, sin saber los dos, que desde su arribo, habían sido y seguían siendo observados.

Desesperada por no saber de Susana, la señora Marlowe recurrió a la policía, la encargada de dar con el inerte cuerpo de la ex actriz.

Mayormente desesperada, la madre de la finada intentó contactarse con Terry Granchester, ¿habiendo tenido éxito? Por supuesto que no, ya que nadie sabía dónde estaba y así darle razón de su paradero.

Éste lo supo cuando el regreso del actor.

E increíblemente la señora Marlowe, al verlo, no lo abordó para reclamarle como se había jurado lo haría al encontrarle.

No. Ya la dama se había propuesto destruirle, primero, por haber sido el responsable de la mutiles de su hija; segundo, por haberle abandonado cuando más lo necesitaba, y tercero enterarse de que Terry ya amaba a otra mujer y por eso no podía corresponderle a su hija.

Al estar arreglando las cosas de Susana para darlas en donación, la madre, entre ellas, encontró cartas de amor en las que la ex actriz confesaba su primer sentir al verlo, los días que pasaba a su lado, aquellos donde viajaban, ensayaban o ella simplemente lo perseguía para obtener un poquito de su atención.

Atención que era imposible al estar ya posado en una joven rubia pecosa y bastante ordinaria a un parecer: Candice White Andrew.

El mismo nombre que encabezara un ejemplar noticioso y que según a lo compartido era la legal esposa del actor en discordia.

Un actor que se olvidó de la vida que le salvaran. Un actor que se mostraba radiantemente feliz. Un actor que sentía el menor de los remordimientos. Un actor que iba a pagar muy caro "su traición".

Sólo iba a ser cuestión de tiempo. El momento perfecto para darle donde más le doliera: la familia, que esa noche, una vez llegaran a casa, no, mejor digamos que después de...

Debido al todavía camino de terracería hacia la modesta residencia Granchester, las ruedas traseras del vehículo que los transportara, quedaron atascadas en un lodoso charco.

Luego de unos vanos esfuerzos, todos se bajaron del auto para ayudar.

En sí, sólo Terry y el conductor, quedándose Candy parada sobre la húmeda hierba, sosteniendo la perfumada prenda de su marido que se la quitó, y mirando a los dos trabajar.

Ella encantada estaría por brindarles una mano, pero... la que se llevó al vientre se lo impidió.

Lo que no, fue sonreír de imaginarse una cara cuando le compartieran la noticia.

VIDA PERDIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora