Desde una ventana de su cálido hogar, Candy veía y al mismo tiempo sonreía de ver muy entretenidos a sus dos amores.
Terry, aprovechando el fin de semana, en casa estaba para descansar.
Lo hacía a lado de su amada familia; y en lo que su pecosa atendía los debidos quehaceres domésticos, él aportaba cuidando del pequeño Mylo.
Éste había agarrado una rama seca, en la cual un gusanito de color café se movía.
Terry procuraba que el chiquillo no fuera a tocarlo, pero los dos lo miraban en su singular caminata.
Mylo, por haberse puesto de cuclillas y enderezarse el instante siguiente y así imitar al peculiar insecto, provocó las carcajadas de su padre, que lo besó en la mejilla y, al oído le dijo cuánto lo quería.
El chiquillo, en su inocencia, confesó su amor al pequeño ser.
Otro, detrás de un grueso árbol, los observaba.
Minutos tenía yaciendo escondido; y a una señal se dejaría ver.
Secándose las manos, Candy se condujo hacia la puerta.
Un vehículo se había escuchado cerca y se dispuso a averiguar quién era.
El camión cargado de varios hombres se pasó de largo, afirmando la pecosa de tener pronto vecinos.
Hacía días, en un terreno no muy lejano, el cartel de vendido habían colocado.
No obstante, al estar siguiendo aquel transporte, otro más hizo su arribo, y esta vez sí se detuvo frente a la propiedad de los Granchester.
Aun estando en el interior del auto recién llegado, Candy reconoció al visitante.
Y sabiendo que persona grata no lo era, a él fue para preguntarle un tanto enojada:
— ¡¿Qué diantres haces aquí?!
Algo similar, Terry hubo preguntado.
Aquel que yaciera escondido, era la señora Marlowe, que hipócritamente decía:
— Qué hermoso chiquillo. ¿Es hijo tuyo?
Desconcertados ambos y cada uno por su lado, tanto Terry como Candy miraban hacia su casa.
Ella, pidiendo que él no se diera cuenta de la presencia de Neil, y él de que ella no supiera de la mujer que intentaba tocar a Mylo, y a la cual advertía:
— Será mejor que se vaya, señora.
— Yo... no pretendo problemas, Terry, sino...
— ¿Qué de malo tiene venir a visitarte, Candy? — respondió Neil.
Éste salía del auto y diciendo:
— ¿Acaso no somos familia?
— ¡Por supuesto que no! Así que, devuélvete por donde viniste.
Candy apuntaba un camino.
En cambio, Neil dio pasos en círculo y mirándolo todo fugazmente.
— Linda casa. Sólo que bastante alejada de la civilización, ¿no te parece, primita?
— ¿Qué demonios quieres, Neil?
— Además de verte, traerte una invitación
— ¿Invitación?
— Sí, Archie y Annie celebrarán su fiesta de compromiso. Y como sé lo ocupados que están, yo me ofrecí a traerles la invitación.
— Mientes — dijo Candy.
Y enseguida los ojos verdes de la rubia se posaron en la chaqueta de Neil.
De ahí, él sacaría el elegante sobre y lo extendería a su pariente, la cual no dejaba de dudar.
Tanta atención de su parte, plus que Annie y Archie lo permitieran, se hizo decir:
— Es verdad, recomendándoseme que no dejen de asistir.
— Yo...
— ¿Está Terry en casa? Aunque no lo creas, me gustaría saludarlo.
Sólo, que invertida la sentencia, la señora Marlowe había pedido lo mismo.
Pero Terry, no dejaba de insistir:
— Váyase, señora, por favor.
— Vamos, Terry, no seas tan descortés, cuando tú bien sabes que me debes más de una explicación.
— Sin embargo, nunca se las he dado a nadie, señora, ¿por qué sería hoy la excepción?
— Sí, tienes razón: ¿por qué?
El tono empleado en la visitante llevaba pizcas de sarcasmo.
Y en las palabras de Terry se notaba un enojo calmado al volver a "invitar":
— Entonces si lo entiende, váyase de aquí y no vuelva jamás.
— No, no lo haré — afirmaron. — Pero antes de irme, quiero que sepas lo feliz que soy... por ti y el futuro que se te depara. Adiós, Mylo.
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VIDA PERDIDA
Fiksi PenggemarJuntos tomaron la misma decisión: defender su amor y seguir sus vidas. Sin embargo, al revelar un secreto, les arrebatarían la felicidad planeada. * * * * * * * * * * * * * * * Historia primera vez escrita el día 22 de Febrero de 2018. Historia com...