A PARÍS Y AL BAÑO
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Mañana ya me voy para París.
Noah ya hoy estaría llegando a París, y mañana yo y mis amigos.
Ya estoy arreglando mi maleta y Ulrik me está ayudando.
—Listo –dije cuando cerré la maleta.
Ulrik se acercó y me regaló un beso.
—Qué dices si vamos a comer algo.
—Me encantaría su majestad –le regaló una sonrisa.
Ulrik me dio otro beso.
—Te espero abajo –asiento y ULRIK sale de la habitación.
Me coloque las los zapatos y tome las llaves y salí del apartamento.
Salí del hotel y vi a Anthony afuera de la camioneta, así que me dirigí a él.
—Buenas tardes su Alteza –dijo Anthony.
—Hola Anthony –le regale una sonrisa.
Anthony abrió la puerta de la camioneta y entró. Ulrik estaba en una llamada cuando entré.
Minutos después Ulrik terminó la llamada y prestó su atención a mi.
—Ya Noah llegó a París.
—Gracias –dije y le regale una sonrisa–, por todo esto del viaje.
—No me tienes que agradecer nada, me encanta verte feliz.
Le di un beso y volvió a hablar:
—Te tengo un regalo en París –dice y yo lo miré confundido–. Y te lo puedo asegurar de que te va encantar.
Le di una sonrisa y hablé:
—Ahora me siento mal –dije y baje mi cabeza–. Yo no te tengo todavía nada preparado para ti.
—Yo no quiero que me regales nada, el mejor regalo es poder tenerte a mi lado.
Me toma la mandíbula y sube mi cabeza para que lo vea.
—Tu eres el mejor regalo del mundo –siento como mis mejillas se tornan rojas.
Me acerqué a él y le di un beso.
Unos minutos después ya estábamos afuera de un restaurante.
Anthony se bajó de la camioneta y me abrió la puerta.
—Gracias Anthony.
—Con gusto su Alteza –dijo regalándome una sonrisa.
De seguido Ulrik se baja de la camioneta.
Veo a dos hombres altos con traje negro muy formales llegan a el lado de nosotros y se inclinan haciendo una reverencia.
—Buenas tarde su majestad –dijeron al unísono los dos hombres.
—Hola chicos –dice Ulrik.
Dicho eso, Ulrik me tomó de la mano y comenzamos a caminar adentro del restaurante.
Una señora se acercó a nosotros e hizo una reverencia.
—Buenas tarde su majestad, su mesa está por aquí, síganme –dijo la señora y se volteó y comenzó a caminar y nosotros la seguimos.
Llegamos a nuestra mesa y nos sentamos.
Los señores con traje eran guardaespaldas de Ulrik y nos acompañaron adentro. Ellos están parados al frente de la mesa de nosotros.
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De Humilde A Príncipe (GAY) © ✓
Romansa¿Quien dijo que un príncipe no puede enamorarse de un chico humilde? ¿Quien dijo que nunca podría encontrar la felicidad? Aquí verás las pruebas de que muchas veces creemos que nunca encontraremos el amor. Y qué en cualquier momento inesperado llega...