Capítulo 7: EL SUEÑO HECHO REALIDAD

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Camino por los pasillos de la escuela con sumo silencio. Todos me miran de manera extraña, odio que me vean, y mucho menos así.

Entro a la clase justo a tiempo gracias a que conduje como una loca. No me estrellé contra nada en esta ocasión, tampoco arrollé a nadie, gracias al cielo.

El examen pasa rápido y estuvo más sencillo de lo que imaginé, no hubo pregunta que no supiera de memoria. Además, agradecí que mi maestro no dijera nada acerca del incidente de ayer, porque estoy totalmente segura de que sabe que sucedió algo, ya que no paraba de mirarme y de preguntarme si me encontraba bien.

Salgo de la prueba queriendo reír de oreja a oreja por mi triunfo.

Quisiera poder darle paso a mi alegría, pero una voz en particular llama mi atención. Levanto la vista y me encuentro con la última persona la que quería ver.

-- Hola, idiota. - dice la perturbadora voz de Cristal. - Me contaron por ahí que te quisiste matar, pero no pudiste. No sirves ni para eso, ¿verdad? Estúpida. - cada palabra que suelta es como una cuchilla filosa, que carga todas las intenciones de matar.

No contesto, solo camino hacia adelante. Escucho los chillidos de Cristal mientras me alejo, me dirijo a mi casillero, saco un par de cosas y salgo de la institución.

Conduzco con más cuidado esta vez, solo quiero pensar en cómo podría deshacerme de un cadaver sin que nadie sospeche que fui yo. Desecho la idea de inmediato, sé que no tengo el estómago como para quitarme de encima a Cristal de esa manera.

Intento dar un par de vueltas por la cuidad antes de llegar a casa, no quiero encontrarme con mi madre tan pronto, estoy segura de que está en casa porque solo suele trabajar por las noches, aún no me encuentro lista para enfrentarme a ella y hablar acerca de lo que pasó anoche.

Regreso a casa un par de horas después, creo que necesito dormir un poco, no quiero seguir manejando si tengo pesados los ojos.

-- ¿Qué tal la prueba? - pregunta mamá cuando ingreso a la casa.

Ella está sentada en el sillón, viendo una película, creo que es una romántica, detesto las películas románticas.

-- Bien.. - respondo mientras me siento a su lado. - Sabes, no creo que vuelva al instituto.

-- ¿Tan mal está la situación?

-- Peor de lo que crees.

Mamá no contesta más, solamente me ofrece de sus palomitas de maíz. Acepto la oferta y me quedo a su lado hasta que termine su película, la verdad no me interesó ni en lo más mínimo, pero al menos pensé que quedarme junto a mi madre todo ese tiempo haría que se sintiese mejor. Se nota que estuvo llorando, sus ojos están hinchados y rojos. Siempre que llora se pone a ver alguna película dramáticamente triste, creo que busca darle una excusa a sus lágrimas, pero no me engaña. Sé que llora por las noches porque la he escuchado muchas veces, derrama lágrimas mientras sostiene una foto de mi padre y mi hermano, la escucho balbucear en algunas ocasiones, pero nunca logro entender lo que dice.

Cuando termina la película me pongo de pie y camino hacia la cocina, tomo una manzana roja y jugosa.

Mientras la voy devorando subo a mi habitación. Me tiro en la cama y no quiero hacer nada, ni siquiera quiero pensar en nada. Me quedo dormida.

En esta ocasión logro tener un descanso sin sueños, pero sí con una interrupción.

Un ruido hace que me despierte, y al despertar siento un poco de comezón en los ojos. Y... sip, son los lentes de contacto de nuevo.

Levanto la vista un poco mareada. Quiero encontrar la causa del ruido, pero primero lo primero, camino hacia el baño para mojarme el rosto, al salir decido que será mejor que coma algo así que me dirijo a la puerta para bajar a la cocina. Al pasar directo a la puerta veo una mancha con forma humana parada al otro lado de la habitación.

Retrocedo unos cuantos pasos, volteo la vista y grito con todas mis fuerzas. Un muchacho de cabellos rubios y despeinados me mira desde le otro lado de la habitación.

-- Hey, no grites, me lastimas los oídos. - dice el chico.

Retrocedo hasta chocar con mi peinador y caigo al suelo, sin quitarle la vista de encima. Él se acerca a mí hasta terminar a tres centímetros de mi rostro; veo sus facciones, algo me parece familiar.

-- Eres el tipo de mi sueño. - se me escapa en un susurro lento.

Sus ojos verdes se encuentran con los míos. Parece asombrado cuando se lo digo.

EL AVISTAMIENTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora