Capítulo 5: LA LOCA

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Corrí lo más rápido que pude hasta llegar a la comisaría del sargento Mines - el padre de André -. Cuando llegué pude ver a mi madre sentada frente al escritorio del comisario. Cuando ingresé, sin siquiera llamar a la puerta, ella se dio vuelta y pude ver sus ojos llorosos y rojos.

-- ¡Pero dónde te has metido, niña! - ,e grita ella mientras se pone de pie y me abraza con fuerza. - Llamaron de la escuela para saber su habías llegado a casa. Revisaron tus cosas y encontraron tu bolsa en medio camino y... solo faltaba el... el... - no pudo terminar la frase porque el llanto la interrumpía.

Ella sabe bien lo que contiene mi estuche que dibujo, estuvo presente el día en que mi padre me lo obsequió, fue en aquellos días en los que ella vestía como una mujer adulta y sonreía a cada momento por las bromas de mi padre.

-- No puedo creer lo que has hecho, Celeste. Mira el dolor y la angustia que le causaste a tu madre, debería darte vergüenza.

Me quedo en silencio y solo abrazo el delgado cuerpo de la persona que me dio la vida.

Reacciono un minuto después al recordar lo que había visto en el bosque.

-- ¡Comisario, debe ir al bosque! - grito alarmada - Están allá y me vieron...

-- ¿Quiénes están allá? - pregunta el comisario algo confundido.

-- Unos seres que bajaron de una luz blanca que vino del cielo. - digo casi gritando.

Noto la mirada confundida del sargento Mines y de mi madre, incluso parece que la secretaria de afuera logró escucharme.

Me tomo el tiempo de describir todo lo que vi con lujo de detalles, pero la mirada confundida de los presentes no cambia.

-- ¿Qué acaso no hará nada? - pregunto cuando noto el momento de silencio luego de mi relato.

-- Mira, Celeste, estuviste a punto de cometer una imprudencia, es algo más que seguro que te afectó el haberte quedado tanto tiempo en el bosque. - dice el sargento Mines, acercándose a mí para ponerme una mano en el hombro - Lo que viste solo pudo ser un producto de tu imaginación que creaste como medio de defensa, una excusa para detener lo que estuviste por hacer, y, gracias al cielo, eso te trajo directamente aquí.

Niego con la cabeza, esto no puede estar pasando.

-- Estoy segura de lo que vi, no fue un producto de mi mente.

Ambos callan, se nota en sus miradas que no me creen.

-- Gracias, sargento, por todo lo que hizo. Quisiera asegurarle que no volverá a suceder algo así, ¿verdad, Celeste? - dice mi madre, poniéndose de pie.

No contesto, solamente bajo la cabeza. Esto es humillante, no puedo creer que piensen que estoy loca, sé lo que vi, y no puedo decir lo contrario.

De todos modos me llevan a casa. Mamá no se atreve a decirme nada mientras íbamos en el auto de camino a casa.

Creo que en realidad esto no se trata de lo que diga o lo irreal que pudo ser lo que vi, sino se trata de que nadie está dispuesto a escuchar lo que diga. Nadie reprenderá nunca a Cristal, solamente dejarán las cosas como están y allá yo, tendré que buscar mi propia manera de resolver mis problemas.

Estoy cansada de todo esto.

EL AVISTAMIENTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora