hospital of souls | m.c.

veintidós

Narra Allie:

Cuatro horas. Por ese lapso de tiempo he estado llorando. Podrías creer que no es posible llorar por cuatro horas seguidas pero no, es perfectamente posible.

Cuando hayas sobrevivido a una experiencia paranormal, hayas visto un cuerpo humano literalmente destrozado, despellejado y mutilado por primera vez, y luego tu madre muera en un hospital mental en donde creen que estás demente cuando no es así, llorarás por cuatro horas seguidas, créeme.

Pero ahora que he llorado hasta no poder más, estoy exhausta y ya no tengo más lágrimas que soltar.

"¿Qué hago ahora?" Le pregunto al terapeuta que me ha escuchado llorar por dos de las cuatro horas. El primero vino y me dejó aquí para que llore y me desahogue, y el segundo llegó a consolarme. Ni siquiera me sé su nombre pero es increíblemente agradable.

"Creo que te quedarás aquí por un tiempo." Él suspira tristemente. "Entonces se podrán hacer cargo de los arreglos para que vivas bien."

"No me gusta éste lugar." Le digo.

"No creo a nadie le guste, sinceramente. Y tú ni siquiera deberías estar aquí." Él me regala una sonrisa. "Pero tienes a ese chico, Michael, pareceis estar bien juntos y él se preocupa mucho por ti. Vas a salir de esto."

Le doy una pequeña pero verdadera sonrisa. Básicamente le conté mi vida entre sollozos y él se sentó a escucharme. Se rió de las partes graciosas y no me llamó demente cuando le conté acerca de los incidentes que Michael y yo hemos tenido, incluso me dijo que no cree que estemos dementes del todo. Fué paciente y comprensivo, desearía que todos los terapeutas fueran así.

"¿Qué hay del funeral?" Pregunto suavemente.

"El hospital se hará cargo personalmente, no te preocupes. Será en una pequeña y agradable iglesia y te ayudaremos a avisar a amigos y familiares." Me responde.

"Gracias." Le digo respirando entrecortadamente.

"Todo lo que sea para ayudar." Golpea mi espalda suavemente.

Bostezo y me froto los ojos y frente, llorar de verdad cansa.

"¿Qué tal si duermes por un momento?" Dice y apunta hacia el sillón de la consulta, en fin, el típico sillón de paciente de psiquiatra.

"¿Puedo? ¿No debo ir a clase y esas cosas?" Le pregunto.

"Puedes faltar por hoy. Pero podrás ir con tu grupo de terapia luego si quieres." Me dice.

El rostro de Michael aparece simultáneamente en mis pensamientos. Sin importar cuánto odie la terapia quiero verlo. No creo que sea bueno el hecho de que me haya encariñado tanto a él. Ni siquiera podía pasar un par de horas sin verlo.

Aunque, siendo sincera, él es lo único que me anima a seguir viviendo en éste infierno de hospital ahora. Me mantiene feliz y fuerte. O al menos tan feliz como puedo. Me siento segura y a salvo. Sé que él haría de todo por mantenerme a salvo.

"Sí, quiero ir." Le digo al terapeuta.

"Bien, te despertaré antes de que sea hora." Me sonríe y me pasa una manta sacada del estante del armario del fondo.

"Gracias." Me tumbo y me cubro con la manta. "Por cierto, ¿cómo te llamas?"

"Ashton, me llamo Ashton." Me responde. Ése nombre me suena extremadamente familiar pero estoy cansada y no me puedo concentrar.

"Gracias por escucharme, Ashton." Sonrío y cierro mis ojos, dejándome llevar por el sueño.

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