ocho

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Narra Michael:

La risa de Allie era un sonido del cual nunca me iba a aburrir, no importaba cuántas veces la oyera, sigue haciendo que una chispa fluya en mis venas produciendo una sonrisa en mi cara. El sonido de su risa es algo mágico que hace que los demonios dentro de mí se vayan, aunque sólo por ese momento.

Ella se ríe mucho, pero no sólo risas. Tiene risillas, a veces se ríe sin hacer ruido, a veces a carcajadas y todo lo que te podrías imaginar. Tiene una risa para cuando está nerviosa, una para cuando está cansada, una para cuando se ríe de algo gracioso y una particular que hace cuando está conmigo. No estoy seguro a qué emoción se le asocia esa risa pero cuando la hace sus ojos se cierran ligeramente y sus mejillas se tornan de un color rosado claro.

Me pierdo, pero entonces su voz me trae de vuelta a la realidad.

"¿Michael?" Levanto mi cabeza. Estamos sentados en en una mesa del comedor de la escuela. La amiga de Allie, Feith creo que era su nombre, estaba sentada con nosotros con una de sus amigas. No me sabía su nombre.

Cuando miro al frente veo que alguien se ha unido a nuestra mesa y es el chico, Luke, con quien Allie estaba hablando la semana pasada.

"¿Estás bien?" Allie me pregunta.

No me había dado cuenta de que estaba apretando los puños hasta que sentí dolor en las palmas de mis manos, las relajé inmediatamente. "Sí, estoy bien."

Ella me da una pequeña sonrisa y yo asiento entonces ella continúa hablando con Luke. Él tiene una mano en su muslo y la observa mientras se muerde el labio. Allie tiene una mano en su hombro y se ríe de algo que él dice.

Ahí es cuando comienzan de nuevo.

Oh, a él le gusta, ¿no es así?

Pero a tí te gusta.

A tí te gustó primero.

Él no se la merece.

Mis ojos se abren más de lo normal. No, no aquí. No ahora. Cierro mis ojos y aprieto mis párpados fuertemente para tratar de bloquear a las voces.

¿Pensaste que nos habíamos ido? Niño tonto. Siempre estuvimos observando.

Aunque, ¿no estás celoso?

Podríamos ayudarte.

No, no, no, no.

Levanto mi mirada para ver a Luke tomando un poco del cabello de Allie y enredándolo en sus dedos.

Dios sabe que lo intenté, pero no los puedo controlar. Tienen sus propias mentes. Se controlan ellos mismos.

Ahora.

Al principio la silla de Luke se cae y él descansa en el suelo. Mi aliento comienza a acelerarse y sé que no ha terminado. Luke se pone en posición fetal y se sujeta la cabeza con ambas manos mientras gruñe.

Escucho ruidos y miro arriba, claro, debemos estar en el lugar de la cafetería en donde se encuentran los televisores.

Luke grita por el dolor y la gente a su alrededor jadea. El pilar que sostiene un televisor se comienza a destrozar y en menos de un minuto ya ha colapsado sobre él.

La cafetería está en silencio, nada se mueve. El único sonido que hay es el de los escombros que comienzan a moverse y los gruñidos de dolor de parte de Luke.

Mi aliento se acelera y mi vista se pone borrosa de lágrimas mientras un profesor corre hacia Luke, me doy la vuelta y corro. Cuando llego al baño comienzo a sollozar.

No te preocupes. No está muerto.

No nos habíamos divertido tanto en años. No lo moraríamos tan rápido.

Pero ahora puedes tener a la chica.

Eso es lo que querías, ¿verdad?

No la vamos a lastimar todavía.

"¡Fuera!" Grito, mi voz hace eco contra las paredes del baño.

Remolinos de oscuridad se comienzan a mover a mi alrededor y yo, sabiendo que no puedo hacer nada para detenerlos, balanceo mis manos alrededor intentando alejarlos.

"¡Dejadme solo!"

Sabes que no podemos dejarte, Michael.

Te mereces esto.

No vamos a dejarte hasta que seas uno de nosotros.

"¡No, por favor!, ¡sólo fuera!" Golpeo con mi puño la pared y lloro de dolor.

Flashbacks pasan por mi mente.

Yo de seis años observando a mi mejor amigo cayendo de su columpio y rompiéndose el cuello.

Yo de siete años, jugando en la calle con el chico nuevo de la ciudad mientras un coche, sin conductor, lo golpea matándolo enseguida.

Yo de nueve años, observando a mi mejor amigo cruzar la calle mientras una misteriosa bala aparece y atraviesa su cráneo.

Yo de diez años, llorando en mi habitación mientras las voces hablan dentro de mi cabeza. Las voces que alguna vez dijeron ser mis amigas.

Esa fue la última cosa que pensé antes de que una risa llenara mis oídos y la oscuridad me atrapara.

hospital of souls | m.c.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora