Kaysa estaba parada en la sima de una pequeña isla bastante alta. Su cabello suelto se movia con el aire y ella alzaba los brazos para poder sentirlo mejor.
Veneno empujó un poco a Kaysa con su hocico, haciéndola reír.
—Ya sé, ya sé —Kaysa ató su cabello en una trenza, la cual le llegó poco más arriba de la cintura—. Bueno, amigo, vamos allá —Le habían regalado una silla de montar poco después de que todos lo aceptaron, al igual que a Glat, a Elina y a Daven.
Kaysa se subió a Veneno, y este despegó. Si el cabello no le tapara tanto la vista, seguro se lo dejaría suelto.
Volar con Veneno se había convertido en rutina, como si lo hubiera hecho toda la vida. Despertaba, desayunaba, entrenaba y salía a volar con él. A veces la acompañaban, otras veces no. Y así durante tres años.
Tres años en los que Sikker había progresado y crecido más de lo esperado. El rumor del don de Kaysa, de su cabello azul, y que domaba dragones se había expandido con rapidez. Los pocos que habían logrado escapar de Brand y de Maran no habían tardado en llegar a Sikker. Gunnar y Einar habían dudado, y mucho, pero tras un extenso interrogatorio y semanas de estar a prueba, lograron confiar, al menos un poco, después de todo, siempre tendrían sus dudas.
Habían tenido varias peleas contra Maran, al menos contra partes de su ejército. De algún modo, Maran había puesto bases en diferentes lugares, ninguna muy grande, por lo que les fue fácil destruirlas y dejar libres a los dragones. Si bien Kaysa y sus amigos no habían ido a más de tres misiones, y estas no habían sido muy peligrosas, siempre trataban de ayudar e insistían en que los debían acompañar.
Veneno se volvió invisible y Kaysa extendió sus brazos. Cuando Veneno hacia eso sentía que de verdad estaba volando, y lo amaba. Veneno volvió a ser visible y Kaysa se sostuvo. El dragón rojo aumentó la velocidad y la peli-azul no pudo evitar reír con felicidad.
—Vamos, amigo —Kaysa acarició al dragón—. Ya es hora de volver.
Veneno mueve la cabeza y Kaysa entiende que él lo sabe.
No tardaron en llegar a Sikker. Kaysa es recibida por sus habitantes con sonrisas en sus rostros. Ya no la trataban con antes, la trataban como si fuera como ellos, como si fuera normal, y eso la hacía muy feliz. Ya no le temían, y, aunque muchos aún se sobresaltaba con la presencia de los dragones, habían aprendido a aceptarlos.
—¡Kaysa! —Elina corrió hacia su amiga seguida por un Nader mortal color fucsia.
—Veo que ella aún te sigue —sonrió Kaysa.
—Si. Van varios días... ¿Crees que al fin lo encontré? Bueno, la.
—Ay, Elina —rió—. Ella te eligió a ti desde que la salvaste. Ya deja de preocuparte, no te va a dejar.
—Bueno... ¡Ah! Entre otras noticias, Glat ya volvió de su reconocimiento. Al parecer no era lo que pensábamos. Ahí no había nada.
—¿Seguros? —Ambas amigas empezaron a caminar a la casa que aún compartían—. Sabes lo que vimos la vez que pasamos por ahí. Las catapultas, las armas... ¿No había nada?
—Eso fue lo que dijo.
—Mmm —Kaysa tomó el mango de su espada. Actitud que había adoptado de su padre, lo que indicaba que su mente estaba trabajando.
—¿Alguna idea de lo que pudo pasar? No pudieron mover todo eso en solo días, ¿o sí?
—Eso depende...
—¿De qué?
—De lo que hayan movido, y lo que hayan utilizado para moverlo.
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Entiendo a los dragones
Fantasy𝐄𝐀𝐋𝐃 | ❝Dragones y vikingos conviviendo en armonia, ¿quien lo hubiera dicho?❞ Kaysa siempre fue diferente, y se notó en el momento en que nació, pues es muy inusual que alguien tenga el cabello azul. Con el paso del tiempo, Kaysa se dio cuenta d...