Capítulo 16

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Veneno había encontrado a Kaysa. Él había visto como un vikingo bajaba de un barco mientras cargaba a Kaysa en su hombro. Lo siguió en su modo camuflaje hasta ver cómo dejaba a Kaysa en un celda y luego la dejaba sola.

Aún invisible, Veneno trató de abrir la reja, pero solo logró hacer algo de ruido. De inmediato, dos cazadores entraron y se pusieron frente a la celda de Kaysa, pero, al ver que está seguía dormida, no entendieron que había hecho tal sonido.

Veneno aprovechó y estampó a ambos cazadores contra la pared. Cuando estuvieron en el suelo, a uno se le resbalaron las llaves.

Veneno sabía que si hacía ruido para despertar a Kaysa más cazadores llegarían, pero no podía desaprovechar la oportunidad.

Tomó las llaves y las arrojó dentro de la celda de Kaysa. Estas cayeron justo en la cabeza de Kaysa, despertándola.

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Después de unos minutos de arrepentimiento, dolor y miedo, Kaysa se habían quedado dormida.

El miedo que sintió cuando Haakon la interrogó fue inmenso, eso está claro, pero, tal como le habían enseñado, Kaysa aprendió de eso.

Aprendió que no puedes aceptar comida de los que te secuestran, al menos, no a la ligera. Aprendió, o, más bien, volvió a aprender que las apariencias siempre engañan. Y, supuso, que si iba a estar encerrada, lo mejor sería que no perdiera la práctica en combate. Pero para cuendo tuvo ese pensamiento ya se había quedado dormida.

Casi al instante, Haakon bajó y se puso frente a la reja de Kaysa. Su rostro no expresaba nada, y solo se limitó a abrir la celda y cargar a Kaysa en su hombro.

Bajó del barco con Kaysa y la dejó en otra celda. Le ordenó a dos cazadores que se quedaran a vigilar y, aunque ambos vaciaron al inició, bastó una fuerte morada de parte de Haakon para que aceptaran.

—Al fin llegas —Haakon reconoció la arrogante voz en un instante—. Creí que no lo lograrían.

—Fue fácil —Haakon se giró hacia la persona que le hablaba—. Pero, tú no conoces esa palabra. Siempre tardas mucho más que yo en los encargos.

—Tardo más porque traigo más. Tú solo tengas que traer a alguien —Haakon rondó los ojos y se empezó a alejar del cazador—. Solo dime lo que descubriste y, cuando Drago llegue-

—¡No te quieras pasar de listo conmigo! —Haakon se volteó de golpe— Eres menor que yo, Eret, así que, o me tienes más respeto, o las cosas se pondrán feas.

Ambos cazadores se vieron a los ojos con un claro desafío. No era secreto para nadie que no se agradaban, incluso el mismo Drago lo sabía. Haakon iba a decir algo más cuando escuchó como pedazos de madera se rompían.

Segundos después, un Ala cambiante pasó volado sobre ellos.

—¡No! —gritó Haakon al ver unos cabellos azules sobre el dragón.

—¡Se escapó un dragón! —se burló Eret, pero al mismo tiempo alertando a los demás cazadores.

—¡No, idiota! La niña de los dragones escapó —Haakon empezó a correr tras el dragón que aún era visible, pero se detuvo al ver que otros cazadores corrían en dirección contraria—. ¿¡Qué está pasando!?

Entiendo a los dragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora