Capítulo 30

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El olor a humo despertó a Kaysa. Su corazón se aceleró y tropezó al levantarse de la cama.

—No, no, no... No de nuevo... ¡Veneno! —su dragón no respondió— ¡Veneno! —Tomó su capa y espada y trató de no tropezar mientras salía de la pequeña casa que Hipo le había prestado.

Al salir de la casa, se encontró con muchas más prendidas en fuego. Sus manos vaciaron y sintió que podía perder el equilibrio. ¿Por qué siempre tenía que ser fuego?

Veneno apareció a su lado. Acostumbraba dormir afuera, por lo que el fuego le había impedido llegar antes.

—Veneno... —Kaysa abrazó a su dragón.

—¡Kaysa! —Eret corrió hacia ella— ¿Estás bien? ¿No te lastimaste?

—¿Qué está pasando?

—Grimmel. Creyeron que podrían con él, pero tenía dragones bajo su mando y...

—¿¡Por qué no me lo dijeron!? Pude ayudarlos.

—Sería demasiado riesgo. No sabe que estás aquí. Si se entera, tal vez también iría por tí.

—La historia de mi vida, estoy más que acostumbrada. Por favor, no me dejen fuera. Quiero ayudar.

Algo en las palabras de Kaysa alertó a Eret. Sabía que algo malo le pasaba, pero la se cabellos azules se había negado a decirle el qué.

—Bien. Ahora, tenemos que ir al gran salón.

Kaysa asintió.

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Reunieron a todos en el gran salón. Claro que, con muchas quejas por la hora.

Kaysa llegó junto con Eret. Patapez estaba recostado sobre la mesa a causa del dardo que le habían disparado.

—Patapez, ¿habías visto algún Dragón cómo ese? —Pero Patapez no pido responder la pregunta de Hipo.

—¿No ves su estado? No podrá hablar en un tiempo —dijo Kaysa.

Muchos empezaron a decir que harían pagar a Grimmel. Que lo derrotaría con facilidad. Kaysa decidió alejarse de la mesa donde estaban Hipo y los demás y se recostó de lado en una viga que sostenía el techo, ocultándose bajo su capa.

—¿Se perdieron la parte donde casi morimos? —habló Hipo— En serio, ¿ya vieron mi casa? Este es un nuevo tipo de enemigo. Y créanme que yo ya subestimé. Y sí, fue mi culpa, pero no voy a volver a hacerlo.

—¡Somos vikingos! —Patán golpeó la mesa— ¡No corremos de la pelea! Al menos yo no —se giró hacia Eret— ¡Tú si!

—¡Concuerdo con Hipo! —se apresuró Eret— Volveremos a ver a Grimmel. Es un depredador, enfocado y paciente, que no se detendrá hasta obtener lo que quiere.

—Estoy con Eret —apoyó Valka—. Tenemos que tomar esta amenaza en serio.

—Grimmel es una señal de los tiempos —continuó Hipo—. Nuestros enemigos son más inteligentes y más determinados. No solo estamos sobrepoblados, estamos expuestos y vulnerables. Al borde de una horrible guerra y arriesgando a todos los que amamos, ya no... —dudó en decirlo, pues sabía que muchos, o todos, se enojarían, pero no veía otra salida— Ya no veo la forma de seguir aquí más tiempo.

Las quejas fueron inmediatas. Usando la carta de qué pensaría su padre, pero Astrid no se quedó callada. Clavó su haca en la mesa, imponiéndose:

Entiendo a los dragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora