Capítulo 28

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Elina fue la primera en despertar. Pasar la noche en un lugar desconocido nunca le había dejado dormir bien. Una parte de ella se quedaba despierta y podía sentir casi todas las veces que su cuerpo se movía.

Al sentarse en la cama, se encontró con Glat acostado en el suelo junto a varios papeles. Rodó los ojos, pues no le había hecho caso cuando le dijo que se durmiera y dejara eso para la mañana.

Lo dejó dormir otro rato en lo que buscaba el desayuno. Para cuándo volvió con pescado, agua y pan, Glat seguía en la misma posición. Puso la comida en la mesa y se agachó para poder despertar al mayor.

—¡Buenos díaaas! —cantó Elina, pero Glat no respondió. Frunció en ceño y tomó del hombro a Glat, para luego sacudirlo— ¡Despierta!

—¡Ya! —Glat le dió un pequeño manotazo a Elina mientras ambos se ponían de pie— ¿Era necesario despertarme así?

—Lo intenté por las buenas. Pero, oye, te traje el desayuno.

Ambos se sentaron y comieron en silencio. Hasta que Glat habló:

—Según lo que nos dijeron, tal vez encontremos a quien buscamos en la próxima parada.

—¿Me recuerdas a quien buscamos? Sé que le dije a los demás que estábamos cerca, pero no tenemos nada.

—Claro que tenemos algo. Sabemos que alguien sabe cómo curar a Kaysa. Sabemos que está cerca de aquí. Y sabemos que si no encontramos a esa persona, algo malo le pasará a Kaysa —Glat puso su mano sobre la de Elina—. No te desanimes. Encontraremos a alguien.

—Eso espero —le dedicó una pequeña sonrisa.

Minutos después, ambos se encontraban volando con sus dragones. El viento de la mañana le encantaba a Elina, por lo que no pudo evitar decirle a Lyn que fuera más rápido y extender los brazos. Cerró los ojos, por lo que no se dió cuenta que Glat la estaba mirando. No hasta que abrió los ojos.

—¿Qué?

—Cuido que no choques.

—¿Cómo voy a chocar? Lyn sabe que hacer sin que yo se lo diga.

—¿Y si te caes?

—Glat, no soy tan impulsiva. Todos decían eso porque ustedes eran demasiado tranquilos. Admito que lo llegué a creer, pero en todo este tiempo he cambiado. ¿Podrías dejar de preocuparte tango por mi?

—Nunca dejaré de preocuparme por ti.

Elina quedó atónita unos segundos. Apartó la mirada hacia su dragón y sintió como sus mejillas se pintaban de rojo. Alzó un poco la mirada, pero en vez de decir algo lindo como ella quería, dijo:

—¡Ahí está el lugar! —Glat volteó hacia el lugar señalado.

—Esperemos que no le disparen a los dragones.

—¿Bajamos por la parte del bosque? —Glat asintió ante eso.

Caminaron un poco hasta llegar a la primera casa, dónde Glat pidió indicaciones en lo que Elina esperaba escondida con los dragones. Una joven de cabello rojo caminó hacia ellos a lado de Glat, y Elina no pudo evitar desconfiar. Hizo una seña para que los dragones retrocedieran más y se escondieran.

—¿Elina? —llamó Glat.

—¿Quien es ella? —habló Elina, desde la rama de un árbol.

—¿Qué haces allá arriba?

—Disfrutando la vista —bufó, bajando de un salto—. ¿Quien es ella?

—Me llamo Cast —dijo la joven—. Sé dónde puede estar la persona que buscan, pero tomará un día o dos llegar.

Entiendo a los dragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora