Al salir el sol, Kaysa y los demás estaban llegando a Berk, lugar que ahora estaba lleno de dragones.
—Esto es Berk —presentó Hipo para los dragones, haciendo reír a Kaysa, pues lo había cada que llevaban dragones—. Su nuevo hogar lejos de su hogar. Un destino increíble con todo incluído y sin que tengan que pagar nada. Así que pónganse cómodos y dejen sus preocupaciones atrás. El servicio es de altura, la comida flamante, y los locales son sumamente animados.
—Si esto no funciona tendrá un gran futuro como vendedor —comentó Kaysa a Valka, quien estaba a su lado.
—Cualquier paraíso común y corriente cuenta con sol, playas —siguió Hipo—. Pero nosotros no. Nosotros tenemos algo que nadie más puede tocar. Nosotros, amigos míos, ¡tenemos dragones! Cientos y cientos de dragones.
Chimuelo se posó en una máquina que bajaba a los dragones, seguido del gran Destripador Carmesí. Al verlo, los que estaban en el suelo se apartaron para no ser aplastados.
Al llegar al suelo, Hipo volvió a hablar:
—¡Conozcan a los nuevos berkianos!
Varios vikingos se acercaron a los nuevos dragones, dándoles comida y dándoles caricias. Kaysa sujetó su capucha para que no se bajara. Su cabello había comenzado a brillar más con la luz del sol y eso le molestaba.
—¡De nada! —alardeó Patán— ¡Fue un placer! Acabe con unos cien cazadores. ¡No! Miles de ellos.
—Si. Con sus pompis en llamas —se burló Brutilda.
—¡Mi gruesa y tupida barba casi se quema! —gritó Brutacio, refiriéndose a sus cabellos amarrados bajo su barbilla.
—Ya. Ya estuvo bueno —Brutilda cruzó sus brazos.
—Mamá de Hipo —Patán se acercó a la mencionada— ¿Tienes comentarios sobre mi devastador ataque? ¿O fue perfecto?
—Eso fue... No tengo palabras. Y por favor, dime Valka. Ya pasó un año.
—¡Yo digo que el verdadero héroe del día fue Chimuelo! —Hipo abrazó a su dragón— ¿O tú qué opinas amigo? ¿Dinos que haríamos sin tí, Rey de los dragones?
—¿Qué tal entrenar más duro para empezar? —habló Astrid con autoridad— Eso estuvo bastante torpe.
—Astrid tiene un punto —apoyó Valka—. Tal vez es que dependen demasiado de sus dragones y no lo suficiente entre ustedes.
—Dependencia... —murmuró Kaysa. Esa palabra le retumbó en su mente, pero no sabía la causa.
Pescadilla, el bebé Gronckle, empezó a jugar con el Destripador carmesí, pero el tamaño del dragón era tanto que con cada movimiento destruía algo. Hasta que empujó algo, que empujó, algo, que hizo que cayeran varias construcciones. Kaysa se quedó perpleja ante tal destrucción mientras Hipo hacia caras de entre dolor y vergüenza.
—¡Muy bonito! —regañó Bocón— ¿¡De qué sirve tener al alfa en la aldea si no puede mantener el orden!?
—Oye, amigo. ¿Nos ayudas? —Ante las palabras de Hipo, Chimuelo rugió hacia el Destripador carmesí. Pescadilla gritó y corrió lejos, siendo tomada por Kaysa.
—Ya, ya. No te hará nada —Kaysa le transmitió calma al bebé.
Días atrás, cuando Kaysa había llegado con Valka, la de cabellos azules se tomó un tiempo re relajarse e informarse de lo que pasaba en Berk, y en ese pequeño momento, volvió a sentir una sensación que hace mucho no sentía. Fue cuando se dió cuenta de que la sensación que había sentido cuando conoció a Valka fue la del rey de los dragones.
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Entiendo a los dragones
Fantasy𝐄𝐀𝐋𝐃 | ❝Dragones y vikingos conviviendo en armonia, ¿quien lo hubiera dicho?❞ Kaysa siempre fue diferente, y se notó en el momento en que nació, pues es muy inusual que alguien tenga el cabello azul. Con el paso del tiempo, Kaysa se dio cuenta d...