Capítulo 18

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Estaban cansados. Salir de Sikker de la manera en la que lo habían hecho les había dejado un mal sabor de boca, aunque en el caso de Glat eso era decir poco.

Sentir el cuerpo sin vida de su padre entre sus brazos le había marcado. ¿Y a quien no? Había estado alejado de su padre durante años, pensando que era el malo y debian derrotarlo. Y, claro que tenían puntos de vista diferentes, pero era su padre, la última familia que le quedaba estaba muerta. ¿Qué se suponía que debía hacer?

Gruñón sacudió la cabeza, haciéndole saber a Glat que sentía su tristeza y enojo. Siempre se habían entendido, y en esta ocasión no sería diferente. Glat había estado para Gruñón, y Gruñón estaría para Glat en todo momento.

El silencio no era incómodo, todos sabían que no era momento de hablar, es más, no sabían ni que decir. Kaysa sentía sus emociones como un huracán. ¿No era su culpa la muerte de Maran? ¿La muerte de muchas más personas que vivían en Sikker? ¡Claro que lo era! Y estaba segura que eso la perseguiría por el resto de su vida. Debía honrar la muerte de quienes murieron para que ella pudiera escapar, y, en dado caso, vengar dicha muerte.

Daven seguía procesando lo que acababa de pasar. No porque no entendiese, más bien porque no lo podía aceptar como la realidad. ¿De verdad había dejado a su madre? ¿Cómo es que no había pensando en eso antes? Claro que quería ayudar a Kaysa, y su madre había estado de acuerdo, pero ¿toda esa muerte era necesaria? ¿Todos esos sacrificios serían recompensados? Él esperaba que si, pues nadie merece pasar tanto dolor. Daven se aseguraría de mejorar en todo. Sería mejor con las armas, estudiaría más y se convertirían en el mejor curandero que existiese. Debía hacerlo.

Elina no se animaba a levantar la vista. No se había despedido de su padre, pero sabía que estaba vivo, podía sentirlo. Estaba segura que llegaría el momento de reencontrarse, pero, hasta entonces, ella protegería a sus amigos. Entrenaría todos los días para volverse fuerte, tanto mental como físicamente. Daría todo de ella para proteger a Kaysa y poder matar a quien sea que sea un enemigo.

Los menores estaban tan sumidos en sus pensamientos, que no pudieron evitar sorprenderse al escuchar hablar a Valka.

—Tuve que desviarnos para asegurarme que nadie nos estuviera siguiendo. Descansaremos en esa isla —señaló la isla más cercana. Pequeña, apenas les tomaría unas horas recorrerla completa a pie.

Ninguno dijo nada e hicieron lo que dijo la mayor. Al aterrizar dejaron que los dragones tomarán agua y que recorrieran el lugar, pues sabían que siempre volvían.

Los mejores recogieron leña y en segundos Valka prendió fuego sin ayuda de los dragones. Se sentaron al rededor del fuego, y Elina se dispuso a revisar las cosas que le habían empacado.

—Mis hachas... —sonrió al ver sus iniciales gravadas en los mangos—. ¿Ustedes pusieron mis cosas?

—Y también las de Kaysa —respondió Daven—. Espero que sí pusiera todo. Nilsa nos ayudó.

—¿Qué es esto? —Kaysa sacó lo que parecía ser una capa hecha con piel de Alacambiante. Sobre ella había una nota.

«Se suponía que te lo daría en tu cumpleaños, Kaysa, pero creo que te servirá más ahora. La capa está hecha con piel de Veneno, justo como pediste.

Te quiere, tu tía Nilsa»

Kaysa sonrió con debilidad al leer la nota. Claro que había comentado la idea, pero nunca pensó que su tía le daría la capa. Se puso de pie y se probó la capa, le quedaba algo grande, si, pero eso le ayudaría a que le dure más tiempo.

Glat usó sus cosas como almohada y, dándole la espalda a sus amigos, intentó dormir. Gruñón no tardó en acostarse a su lado.

Los tres restantes se vieron entre sí y luego a Valka, quien no sabía que decir. Había estado sola con los dragones durante mucho tiempo, ¿y ahora tenía que cuidar a unos niños? Ella podía hacerlo, pero le tomaría algo de tiempo acostumbrarse y pensar lo que les diría.

Entiendo a los dragonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora