4. Flore

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CATHARINE: Es que ella me llamó, yo ya la había invitado, pero me había dicho que tenía planes y así, de la nada, hace unos 15 minutos veo que me llaman y era ella y me dice Señora Paulson, si la propuesta de mañana sigue en pie, me encantaría visitarla para hablar de mi proceso creativo. Así que le acepté. Sí vienes, ¿no?

SARAH: Sí, mamá, yo siempre voy.

CATHARINE: Te va a encantar. Ahora sí te dejo trabajar, belleza. Llegas temprano.

SARAH: Ahí te veo.

CATHARINE: Bye, bye.

Regresé a la cocina agotada, silenciosa, como toda la mañana. Ayer, cuando nos despedimos fue incómodo, te habías desconectado mucho antes de las bromas y la música, incluso antes de preguntarme sobre mí, mi familia y mi vida.

Cuando te fuiste, perdida del contacto visual desde hacía horas, me quedó un hueco en el pecho que se hundía y expandía, ese hueco se expandió hasta quedarme dormida.

No me invitaste a tu casa, no me dijiste si llegaste bien. Así que te liberé.

PAULO: ¡Hasta el Sábado, Sarah!

SARAH: Ve con cuidado.

Terminé de cerrar el local y me volví a mi casa. Intentaba recrear la noche anterior. ¿Fuimos a lugares que no debíamos? Quizás pregunté demasiado, quizás hablé demasiado, de pronto tú estabas muy callada.

Jueves.

A las 7:30am salí de casa. Pasé por Flore, la panadería favorita de mi madre. Pedí rápidamente el croissant con chocolate que le fascinaba y volé a su casa. Estaba emocionada como una niña con vestido nuevo. Lucía bellísima.

CATHARINE: ¡Mi croissant!

SARAH: Buenos días, mamá, lindo verte, oh, gracias, eso que no me he arreglado casi nada, que simpática, tú también, no es nada, si, claro, pasemos.

CATHARINE: Que graciosa.

SARAH: ¿A qué hora llega tu visita?

CATHARINE: Está ahora en el comedor.

SARAH: ¿Qué?

CATHARINE: ¿No te dije?

SARAH: ¿No?

CATHARINE: Te dije Llega temprano.

SARAH: ¡Eso no significa nada, mamá!

CATHARINE: Bueno, está acá, la invité a almorzar, ¿quizás vamos a La Boulangerie?

SARAH: Puede ser... ¡Ay, madre!

CATHARINE: Pasa, pasa.

Caminé pasos pequeñitos para atravesar la puerta de la entrada. Avancé sigilosa, en la cocina no había nadie, oí los pasos de mi madre dirigirse a su oficina.

CATHARINE: Emma, por favor, pasa al comedor.

El aire se me detuvo cuando escuché tu nombre, me quedé quieta pidiéndole al universo que fuera casualidad, pero entraste al mismo espacio que yo.

CATHARINE: Ella es Catharine, mi hija. Es una excelente chef.

EMMA: ¿Catharine?

Aunque quisiera, no podía formular alguna respuesta. Mamá estaba esperándolo con ansias.

NO ES CASUALIDAD (Emma Thompson, Sarah Paulson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora