15. Rafaella

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HOLLAND: ¿Me has estado ignorando? 

SARAH: No, solo no encontré el momento para hablar con Emma.

HOLLAND: ¿Y eso por qué? 

SARAH: No lo sé, no encontraba-

HOLLAND: Que le tengas que pedir permiso, me refiero.

SARAH: No es pedir permiso, es-

HOLLAND: A mí me parece que sí. No estamos haciendo nada, Sarah. Solo te pedí conversar. 

Silencio.

SARAH: Yo sé, no estoy pretendiendo nada. 

HOLLAND: Es bueno saberlo. De todas maneras, tú eres muy correcta, ¿no?. 

Sonríe y yo aprieto los labios de nervios. Su pregunta tenía eco.

SARAH: Que suerte encontrarte acá, de todos modos. 

HOLLAND: ¿Te molesta si me acerco a tu mesa a saludar a mi amiga? 

SARAH: ¿Qué dices? No tienes que preguntar esas cosas.

HOLLAND: Por si acaso.

SARAH: No seas molesta, Holland. 

HOLLAND: Eres una belleza, chiquilla. Voy al baño. Al rato paso a saludar.

SARAH: Te esperamos. 

Salgo del baño sin aire, me compongo de inmediato y regreso a nuestra mesa.

SARAH: Me choqué a Holland en el baño.

EMMA: ¿En serio? ¿Qué dice? 

SARAH: Va a pasar a saludar. 

EMMA: Que bien. 

SARAH: Estuve hablando con ella, me pidió mi número. 

EMMA: ¿Y?

SARAH: Me invitó a tomar un café.

EMMA: ¿OK? Eso es raro incluso para ser ella. 

SARAH: ¿Lo es? 

EMMA: No lo sé, ¿a ti te parece bien? Si no te sientes cómoda no tienes que aceptar. 

SARAH: Ella me agrada.

EMMA: Genial, ¿entonces, qué pasa? 

SARAH: Quería saber si te parecía bien porque es tu amiga. 

EMMA: Yo más que encantada. Con lo que la quiero. 

Me tomas por sorpresa. Creo que esperaba muy en el fondo que lo manejaras con menos calma pero no podía esperar menos,

SARAH: Buenísimo. 

EMMA: Gracias por considerarme. 

SARAH: Es básico, me parece. 

Salimos de Raffaela junto a Holland que había llegado con una cita que acababa de partir. 

HOLLAND: Fue insoportable cada segundo. 

EMMA: Que pena.

HOLLAND: La chica solo hablaba de ella misma, no conoce a nadie más, creo, ni tiene sentido de comunidad. 

EMMA: Hay gente así. Antes de Sarah conocí a montones. 

SARAH: ¿Ah, sí? 

HOLLAND: Montones... 

SARAH: Es porque a mí no me encontraste en ninguna app de citas. 

HOLLAND: No seas graciosa, Emma no anda en apps de nada. ¿Oh sí?

EMMA: No... 

Ambas se ríen. 

EMMA: Que ridículo, Sarah, yo nací en el siglo XV. 

HOLLAND: Pero como defensa yo sí, y esta chica es de ese tipo de montón. 

Miro por el espejo retrovisor y encuentro la mirada de Holland. Esto pasa en cuestión de segundos, se lame los labios y te volteo a mirar. Estás como disociada. 

SARAH: ¿Y cómo conocías gente? 

EMMA: Perdiendo el teléfono. 

De pronto veo correr como una película, escenas de lo que hemos construido, frunzo el ceño, miro al frente y escucho tu risa. 

EMMA: Es mentira.

Dices acariciando mi pierna. Holland desde atrás no está al tanto de lo que ocurre, te tomo la mano. 

EMMA: En bares. 

HOLLAND: Abuela. 

EMMA: Basta. 

HOLLAND: Yo conocí a mi última novia en Bumble. 

SARAH: ¿Y qué tal?

EMMA: ¿Tú usas apps? 

Me preguntas curiosa y yo niego con la cabeza en silencio.

HOLLAND: Era una belleza, la pasamos muy bien, solo que duró muy poco. No estábamos buscando lo mismo. Yo al menos, descubrí que no podía pasar el resto de mi vida, que me queda poco, con alguien así. Era muy externa, como salida de sí misma, era casi imposible tener algún momento de ternura e intimidad. Y yo no era para ella tampoco. En fin, sabrán que ahora ni me interesa lo que haga con su vida. 

SARAH: Quizás también es algo de las apps. 

HOLLAND: Quizá. 

EMMA: ¿Y tú cómo conocías gente? 

HOLLAND: ¿Alguna de las dos estaba saliendo con alguien cuando se conocieron? 

Nos quedamos en silencio. El semáforo da en rojo. Te miro esperando y tu, aparentemente igual.

SARAH: Yo no ¿Tú? 

EMMA: No era algo, como, exclusivo. 

HOLLAND: ¡Cómo! ¡Emma Thompson!

EMMA: No seas escandalosa. Era una mujer de mi edad, se llama... mm... ¿Tilda? 

HOLLAND: Tilda.

SARAH: ¿Y qué pasó? 

EMMA: Era una mujer exquisita, con muchos temas de conversación, interesantísima, artista. Me gustan las artistas. 

Te ríes, Holland también. Y yo intento seguirlas. 

EMMA: Supongo que sí me gustaba, recién estábamos conociéndonos. Sucedió lo del teléfono y conversamos poco, encima me fui corriendo, pero me pareciste especial. En fin, ni lo pensé, yo no te había pedido tu número, fue muy extraño porque no sabía si te gustaban las mujeres, ¿no?, además, tú tan joven y guapísima. Me pasaron mil cosas por la cabeza, pero las solté. Tilda y yo seguimos saliendo hasta el día que viniste a cocinar a mi casa y te mostré las esculturas. De verdad, solo pensé que seríamos amigas, pero hubo tensión y lo reconocí. Algo que le agradezco a Tilda fue darme esta información para manejar las situaciones, nunca he sido de dar primeros pasos. Jamás. 

HOLLAND: Es verdad. 

EMMA: Así que lo probé contigo y funcionó, ¿no? 

SARAH: ¿Qué? 

HOLLAND: Sarah, ¿Cuántas posibilidades existían de que tú movieras las piezas primero y funcionara? 

SARAH: No lo sabremos. 

EMMA: He sido tú en algún momento de mi vida. 

HOLLAND: Conmigo, específicamente.

EMMA: Cállate, Holland. 

HOLLAND: Emma se moría por mí en la universidad, ¿o no? Me lo confesó en una carta perfectamente redactada, de lo mejor que he leído en esos tiempos.

EMMA: Estaba un poco fascinada por ella, pero un poco, se me pasó de inmediato.

HOLLAND: Y fue justamente por esta diferencia de edad. Bueno, y porque yo era tu maestra. Lamento haberte roto el corazón, pero soy una profesional.

Me miras.

EMMA: Podías haber sido tú tranquilamente quien diera el primer paso, siempre pudo haber sido una de las dos, por supuesto, pero no pude resistirme. 

NO ES CASUALIDAD (Emma Thompson, Sarah Paulson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora