El calor que desprende tu cuerpo me despertó.
Tu nariz juguetona en mis mejillas, en mi cuello, acariciando con determinación las líneas invisibles de mis trazos. Esperaste a mis ojos llegar a los tuyos para besarme. ¿Estaré soñando? Recuerdo el agotamiento previo a dormir, sin idea de qué hora era. Yo desnuda sobre ti, en tu cama blanca, con tus manos ardiendo en mi espalda en caricias de arriba a abajo y el placentero descanso en tu piel mojada bajo mi cara.
EMMA: ¡No tengo más fuerza!
Gritaste afanosa, vibrándome el oído de tenerlo contra tu pecho.
SARAH: No puedo moverme.
EMMA: Quédate, está bien.
Acariciaste mi cabello y obedecí hasta que la consciencia de nuestra respiración empezó a contradecirse. Tú dormías. Me acosté a tu lado intentando no perturbarte y en muy poco tiempo me sumergí en el mismo sueño.
EMMA: Buenos días.
Abrí los ojos en tu sonrisa. Te abracé tomándote por sorpresa, porque te caíste sobre mí, seguíamos desnudas y jamás me había sentido tan cómoda.
SARAH: ¿Tienes hambre?
EMMA: No necesariamente.
SARAH: ¿Entonces?
EMMA: Si lo preguntas... creo que solo quería ver tus ojos.
SARAH: Grandioso, aquí están mirándote.
Me hiciste un gesto agradable. Me acerqué a tus labios de manera fugaz y repentinamente tu teléfono empezó a sonar.
EMMA: Es el de la casa.
SARAH: ¿Vas a atender?
EMMA: No pasa nunca, quiero saber qué es.
SARAH: Bueno.
EMMA: Ya vuelvo.
Te sentaste, cubriendo tu cuerpo con las manos, buscando algo entre la sábana que finalmente no estaba allí.
SARAH: Llévatela si quieres.
EMMA: Que amable.
Te ayudé a quitármela de encima para darte el acceso completo a ella y mientras te la colocabas, me miraste serena.
EMMA: Te ves muy bien.
SARAH: Tú también.
El teléfono no dejaba de sonar.
EMMA: Voy a ver qué pasa.
Asentí.
Volviste luego de un rato con cara de aburrida, vistiendo la bata del día anterior y la sábana blanca la lanzaste a la cama. No era nada, dijiste, y te acercaste a tu armario.
SARAH: ¿Qué hora es?
EMMA: 8 en punto.
SARAH: ¡Tengo que ir al restaurante!
EMMA: ¿Hoy?
SARAH: Sí, claro.
EMMA: No sé en dónde tengo la cabeza. Te traigo tus cosas.
SARAH: Gracias.
Otra vez atravesaste la puerta, me metí al baño rápidamente y mientras me duchaba, te oí entrar.
EMMA: ¿Sarah? ¿Tienes toalla allí dentro?
SARAH: Sí, gracias.
EMMA: Ok, voy abajo. ¿Quieres café? Algo rápido para el camino, dime qué te gusta.
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NO ES CASUALIDAD (Emma Thompson, Sarah Paulson)
FanficLuego de un pequeño accidente en una de las calles de ningún lado en especial, Sarah empieza a recopilar las memorias que comparte con Emma para adentrarnos en su universo, su pequeño mundo.