3. Vanilla

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Luego de la cena, con el lavavajillas funcionando y la música tranquila aún de fondo, nos pusimos de pie y te seguí abajo: la habitación era cálida, las estructuras, casi todas de formas abstractas y algunos cuerpos reconocibles, habían lienzos apretados hacia el fondo, habían sábanas cubriendo los muebles, velas consumidas sobre una madera que cargaba varias deformes.

EMMA: No sabía si venías, para ser honesta, y no estoy muy acostumbrada a traer visitas acá. Supongo que las copas de vino han hecho su trabajo. 

SARAH: Eres muy talentosa. Altamente, diría yo. 

EMMA: ¿Quieres alguno?

SARAH: ¿Bromeas? 

EMMA: No, dime si quieres uno y te lo regalo.

SARAH: ¡Qué honor, Emma! 

EMMA: Mira este. 

Me cogiste la mano, te acomodaste bien y me hiciste seguirte hacia el otro lado de la habitación. Me llevaste, lo deduje a la mitad del camino, hacia el gato de alambre que se lamía la patita. Te cogí el brazo para guardarnos la cercanía, me volteaste a ver sobre tu hombro pero yo no pude enfrentarme a tus ojos, no te miré directamente y tú, te vi, te tardaste en volver a la figura. Quizás si te quedabas un rato más, cedía. 

SARAH: Sería muy egocéntrico de tu parte... 

EMMA: ¡Ay, por favor!

SARAH: Estás siendo bastante obvia en tus intenciones, ¿no crees? 

Giré por fin, sin considerar que tú me mirabas otra vez. Mis brazos se tensaron, mis piernas, todo mi cuerpo pegado al tuyo se paralizó. ¿Y cuáles son mis intenciones? Preguntaste. Yo me derretí, mis manos iban a empezar a sudar en cualquier segundo así que me reí de nervios, me hice a un lado, retrocedí tontamente fuera de tu cuerpo y me seguiste.

EMMA: Me parece que estoy para divertirte. 

SARAH: Me parece que el vino está haciendo efecto. 

EMMA: Puede ser. Bueno, puedes buscar alguna otra figura con tranquilidad, quizás mi idea sí fue contextualmente conveniente. 

SARAH: Me gusta este. 

Señalé un cuerpo inusual, parecía fotografiado de un baile. Te acercaste rápidamente a él y lo tomaste, apretaste los labios como en un ritual de despedida. Me lo extendiste.

EMMA: Es tuyo. 

SARAH: Gracias, es hermoso. 


Amaneció. 

Amanecí plena, abarrotada de felicidad. 

Esperé a que la alarma sonara y la desactivé. Me puse de pie y me metí a la ducha. Ya te venía diciendo que me haces bien, escucha, son mis ganas de cantar. 

PAULO: Pero quien la viera diría que se ganó la lotería, señorita Paulson. 

SARAH: No empieces. 

SASHA: ¿Es verdad que hoy viene? 

PAULO: ¡Shhh! 

SARAH: Perfecto, entonces todo el mundo sabe. 

PAULO: No, solo nosotros. Perdón, tenía que exteriorizarlo, tu sabes que los secretos me angustian. 

SARAH: ¡Ayyy! 

SASHA: Pero no te preocupes que yo no le digo a nadie, de hecho, puedo quedarme si quieres. 

PAULO: ¡No! Ese es mi trabajo. 

NO ES CASUALIDAD (Emma Thompson, Sarah Paulson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora