Jimin siempre fue un niño obediente y lleno de carisma, le gustaba ayudar a las personas, cumplir con sus deber d académicos y servir los mandados de sus padres tal cual como se le era asignado. Nunca tuvo problema alguno para adaptarse a cualquier situación y lugar, ese era su fuerte. La confianza y seguridad en si mismo.
Su madre siempre fue su modelo a seguir, tan profesional y correcta en todos los sentidos, nunca se rindió ante ningún problema y mucho menos dio su brazo a torcer para que la humillaran quienes le tenían el peor de los deseos. Jimin quería seguir el ejemplo de perseverancia de su madre, quería lograr todos los objetivos que ella logró y ser capaz de enseñarle lo mismo a sus futuros hijos. Era un legado que había dejado y quería ser capaz de llevarlo hasta el final de los tiempos.
No obstante, siempre tuvo un miedo presente desde niño; Decepcionar a la gente que creía en él, incluso si no eran leales, siempre buscaba la manera de complacer y ser ese rostro perfecto que no rompe un plato.
Cuando su madre se fue "por asuntos de negocios", Jimin tuvo que aprender a vivir con la duda de saber ¿Cómo avanzar hacia el frente sin dejar que las críticas influyan en sus pasos? Su madre siempre fue partidaria del "Todo lo puedo si tengo fé en mí". Jimin necesitó más de una vez oír ese consejo de nuevo, pero no tenerla cerca para aprender a llevar los problemas, incluso cuando ella formaba parte de esos sentimientos amargos que invadian a Jimin constantemente.
Pero su valor empezó a cobrar sentido cuando Jungkook llegó a su vida, siendo protagonista de cada uno de sus pensamientos, de su fuerza, de sus ganas de querer quitar esa máscara que día a día llevaba con él. Jungkook fue y es su refugio en medio de todas las tormentas.
¿Y lo más increíble de todo?
Era el padre del bebé en su vientre.
La alarma en el teléfono de Jungkook sonó como de costumbre por la mañana, el tatuado se removió con las oleadas de frío recorrer sus pies, estiró su brazo libre para detener la alarma y así poder despertar de su sueño. Al girar su cuerpo, se topó con un pequeño pollito cubierto de pies a cabeza con las sábanas y sus delgados brazos aferrados a su abdomen musculoso. Jimin era un maraña de cabellos rubios desordenados, su cabeza yacía metida entre sus brazos y sus piernas alrededor de sus muslos.
Sí, era como tener enrollado a un koala bebé.
Se levantó como pudo y se dirigió al baño para darse una ducha y así quitar el olor a vómito que lo envolvía.
Cortesía de Jimin y sus vomitos a las 2 de la mañana porque no había comido nada en todo el día y la leche le había dado mala digestión.
Como si el viento lo fuese invocado, Jimin despertó en cuanto sintió el frío calar sus huesos con la cama vacía. Revolvió su cabellera rubia y abrió sus ojos somnoliento, abultó los labios dándose cuenta que la habitación estaba literalmente vacía. Se sentó en el colchón intentando procesar y recordar cada detalle de anoche.
Vale, era fácil.
La mujer que consideraba su madre no le dio el apoyo que esperaba.
Su padre se besó con su chófer.
Se quedó sin combustible.
Se fue de su casa hasta nuevo aviso.
Genial, Jimin... Más problemas acumulados para Jungkook.
Esto era una locura, ahora que su consciencia estaba un poco más vulnerable, se daba cuenta de lo horrible que era su vida ahora mismo. Estaba a nada de salir del instituto, tenía un bebé formándose en su vientre y ahora estaba de arrimado con alguien con más problemas que los suyos.
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Prom Night © Kookmin
Teen FictionJimin es un chico popular que todos creen perfecto y superficial. Y Jeon Jungkook el estudiante nuevo quien es considerado un ex convicto y criminal. Gracias a una pelea, termina siendo su ayudante para organizar el baile de graduación en el institu...