Prom Night © Kookmin

˚┇∦ Epílogo.

«El primer amor»

El término del amor era objetivo y difícil de explicar con palabras, a veces el amor venía en frascos pequeños y otras veces en cantidades grandes. Pero nunca dejaba de ser latente e impulsivo.

Para Jungkook él terminó de amor era «Paz« esa que sientes en una isla con las olas rompiendo en la orilla y las aves cantando en el cielo.

Pero también significaba empatía, descarga eléctrica y emoción de la primera vez. Tal cual como esa noche de instituto, cuando ayudó a Park Jimin por primera vez.

—Vaya noche para quedarte sin combustible. —se burló.

Jimin inhaló hondo y le miró.

—¿No tienes otra cosa que hacer?

—Verte es mejor. —sonrió con malicia.

—Como puedes ver, estoy bastante ocupado ahora, gracias, te puedes retirar.

—La gasolinera está a 2 cuadras, dudo que puedas llevar tremendo auto como ese tú solo.

—¿Ah sí? ¿Entonces qué sugieres? Porque dudo muchísimo que puedas cargarlo en tus hombros.

—Nunca dije que lo haría por ti.

Esa fue la noche en la que se fue a casa con una sonrisa en su rostro, pensando en que el niño bonito y educado de Hybe, había explotado como dinamita en sus narices y le había hecho pensar que quizás no todos los niños ricos de Hills, eran iguales.

Por otro lado, Jimin tenía un concepto diferente del amor, para él, el amor era pasteles de arroz y una gasolinera.

—¿Qué es esto? —preguntó el rubio.

—Dijiste que tenías hambre, son bolas de arroz y una leche de plátano.

—Oh.. —musitó agradecido—. Gracias.

Jungkook se recostó de la pared en espera de que el tanque se llanara. Su motocicleta colocada a un lado para tenerla a la vista.

—¿Tú tienes hambre? —interpeló Jimin segundos después.

—No.

—¿No compraste uno para ti?

—No me alcanzó para más, Jirbin. Ahora cállate y come.

Si alguien le hubiera dicho tiempo atrás que el amor de su vida iba a aparecer como un huracán de problemas para enseñarle el verdadero valor de la vida y la esperanza, quizás se hubiera mofado riendo y comparando aquella historia con un libro juvenil cualquiera.

Pero la verdad era otra, la verdad se reflejaba en ese traje blanco empacada en el armario, se reflejaba en los cuadros de graduación en la sala y las fotos en pareja de su habitación. También en la chaqueta de cuero sobre el perchero y el anillo de bodas en su dedo anular.

La verdad también se veía en los ojos cafés de su hijo mientras comía sus frutas picadas en la sala. Y en su pequeña de cabellos rubios mirarle desde la cuna.

Sí, este era su concepto de amor.

Uno que sólo Jungkook podía darle y él recibir con tanta pasión.

—Agradezco muchísimo la oportunidad, señor Park. —la voz del pelinegro sonó desde el pasillo mientras hablaba por teléfono—. Sí, este sábado es la prueba física en la sala de jurisdicción, me encantaría obtener su apoyo para la calificación. De acuerdo, muchas gracias, adiós.