12. SUPRESOR

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La tormenta caía con bravura en las calles, estás parecían ríos; los techos de las casas chorreaban con la violenta aguasera. Nadie se encontraba fuera por temor de mojarse y pescar algún resfrío. Todo mundo se encontraba en casa, disfrutando de una lectura, viendo televisión o preparándose para dormir. Pero en medio de aquel torrencial y violento diluvio, un joven de cabellera castaña y piel blanca con salpicaduras de lunares, corría como si no hubiera un mañana.

Corría a toda velocidad, no contaba con zapatos, sus pies estaban tan húmedos y llenos de lodo por los kilómetros que había recorrido corriendo a la velocidad máxima que le permitían sus piernas. Su rostro tenía una expresión de horror, miedo y pavor. Su cabello estilaba por la tormenta, su camisón de seda blanca perlada con volados en las mangas y cuello se encontraba completamente empapado, pegándose a su delgado cuerpo. Gracias a la torrencial tormenta, sus lágrimas pasaban desapercibidas.

Estaba asustado, muy asustado. No sabía con exactitud qué era lo que pasaría a continuación, tenía miedo de todo a su alrededor, de encontrarse con cualquier alfa; tenía miedo de estar fuera, de que lo pudieran oler. Pero ciertamente, en el fondo de su marchito corazón, se encontraba feliz y libre, al fin había escapado de ese infierno.

El omega Helmut Zemo había escapado de la casa donde lo habían confiscado junto con otros cuántos omegas sumisos. Helmut fue entregado a esa casa cuando tenía apenas ocho años; era huérfano y la casa, es decir, el orfanato en el que estaba quedó en las ruinas, por lo que comenzaron a vender o deshacerse de cualquier forma de todos los niños. A Helmut lo vendieron a la casa de "Le Cerises" dónde serviría como servidumbre hasta que se presentará como alfa, beta u omega; cuando cumplió trece años, Helmut Zemo ya era un jovencito que exhalaba belleza, irradiaba la más tierna y bella apariencia que cualquier omega en Le Cerises. A tal edad, para su desgracia, Helmut se presentó como un omega sumiso, el omega sumiso más angelical y hermoso de Le Cerises.

Le Cerises —para desgracia del precioso e infantil omega Helmut— era un burdel de omegas. Helmut no trabajaba en ello, pero al presentarse como un omega y estar constantemente saliendo de las habitaciones porque se le era ordenado limpiar, un alfa lo olió, desprendía un aroma exquisito a su parecer, además, le encontro similitud a un pequeño querubín de porcelana; comenzó a trabajar como todos los demás omegas en esa casa cuando tenía apenas la inocente edad de catorce años. Era codiciado por los alfas que asistían al Le Cerises, todos lo querían, pero él, es decir, Helmut, estaba siempre aterrado, aún así tenía que cumplir con su trabajo si no quería quedarse sin una cama, una ducha caliente y un humilde plato de comida.

Al fin, después de tantos años de explotación, Helmut, ya con 19 años, huyó, aún utilizando las ropas que le hacían vestir en aquel traumático lugar; huía a toda velocidad, con miedo a ser olido, a qué lo tocaran sin su consentimiento; huía sin dirección fija, solo queriéndose ocultar en algún lugar solitario y a salvó que lo pudiera cubrir de la lluvia y de cualquier alfa que lo pudiera oler; porque Helmut se encontraba en celo.

Aquellas calles que parecían pequeños ríos de aguas cristalinas, eran recorridas por un Mercedes negro último modelo con detalles en un perfecto cromado. El chófer de tal auto vestía un pulcro traje de dos piezas negro, mientras su vista estaba fija en el camino; los limpia parabrisas estaban activos para limpiar y dejar a la vista el camino. Atrás, en los asientos traseros, se encontraba sentado un alfa dominante de facciones hermosas, cabello negro e impresionantes ojos azules. Vestía un traje de dos piezas gris claro con una impecable camisa blanca; su atuendo, un impecable y caro traje Versace.

Era el segundo hijo del magnate empresario George Barnes, dueño de perfumerías, joyerías y tiendas departamentales en todo el país y fuera de él; los Barnes eran una familia jodidamente podrida en dinero, y James era el encargado de supervisar las entradas y salidas de dinero de las sucursales de perfumería en varios estados de Estados Unidos y Francia. Regresaba de las oficinas principales de su padre, dónde había checado algunas cosas con sus contadores; para su joven edad de veintiocho años, su padre confiaba mucho en su capacidad de mando y alfa dominante.

OMEGACEMBER (WinterBaron)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora