cómo dice el título, es un OMEGACEMBER.
durante todo el mes de diciembre estaré publicando pequeños one-shots unicamente omegaverse sobre el Shipp WinterBaron. la idea fue propuesta por la página de facebook, "es de fanfics".
El palacio Sokoviano impartía un fabuloso baile, después de todo, el día anterior se acababa de coronar el único hijo del rey Heinrich, quién lamentablemente fue asesinado durante un desfile en su auto. Helmut Zemo, omega dominante de treinta años fue coronado, no a muchos les agrado por su nivel de casta.
Los híbridos de gato, perro, oso, tigre, león y demás, estaban presentes en el galardonado baile hablando de distintos temas, todos en distintos grupos y con conocidos; después de todo, era una fiesta con la crema y nata de la política y la realeza.
Mientras todos disfrutaban de sus mundos y de una buena bebida, el príncipe, no, es decir, el Rey Helmut un híbrido de lobo se encontraba sentado en una silla de terciopelo rojo con detalles en dorado. A su costado derecho, se encontraba una silla similar a la de él dónde se encontraba sentada su madre, híbrida de lobo también, una omega dominante: la Reina. Pero una persona más destacaba de las dos personalidades de la realeza que se encontraban sentados, detrás de ellos, se encontraba parado y estoico, con mirada penetrante y sin sentimiento alguno, un enorme alfa dominante de musculatura bien desarrollada, era un híbrido de lobo ártico. Utilizaba un impecable uniforme de la guardia real Sokoviana negro con detalles en plateado, y en su rostro, un bozal negro. Lo que más resaltaba del guardia personal del Rey Helmut, era su brazo izquierdo, el cual era una prótesis muy avanzada para los años 50s.
Este soldado del invierno, cómo se le era conocido, fue entregado al Rey Helmut unos cuantos días después de que su padre haya sido asesinado. La secretaria de la Unión Soviética, Natasha Romanoff una alfa, le hizo entrega del súper soldado para su protección, pues la alfa temía que pudiesen atentar contra la vida del único heredero de la corona Sokoviana, además, de que Sokovia era aliada de Rusia.
Helmut disfrutaba de observar a las personas bailar, mientras tomaba una copa de vino tinto.
-Ahora vengo, Cariño.
Su madre se levantó del asiento. Helmut asintió.
La cola de un tono caramelo se encontraba agarrada a su cintura, mientras sus pequeñas orejas estaban en un estado apacible. Su mirada avellana viajaba en todas partes del salón de baile del palacio, hasta que su olfato detectó de inmediato las pesadas, densas y fuertes feromonas de su guardia personal. Helmut giró la cabeza para reclamarle, pero no mencionó nada al ver el estado del alfa dominante.
El soldado observaba alerta con su mirada de hielo en todas partes del salón; lo había olido, había olido muy bien una amenaza para su rey, para su amo. Se trataba de otro alfa, no uno dominante, un simple alfa. El soldado había olido muy bien sus feromonas nerviosas, eran agrias. Helmut agudizó su olfato y él también logró detectar ese aroma tan agrio y fuerte.
Helmut apartó la mirada de su guardia, quién se había acercado más a él. Observó a su alrededor, y pudo notar como un tipo de confección mediana, híbrido de lobo tundra se acercaba a él; era, sin duda, la amenaza que le había crispado la cola a el soldado del invierno.
El soldado se puso enfrente de su rey.
-Aléjese de aquí, mi señor. No es seguro.
-¿Qué está pasando, soldado?
-dije: largo de aquí-habló con voz grave, a nada de utilizar su voz de mando.
Los ojos, antes azules, ahora eran de un transparente blanco brillante. Las personas en el salón comenzaron a dispersarse, muchos sacando a sus omegas por las fuertes y densas feromonas que aquellos dos alfas desprendían. Helmut se levantó deprisa de su silla y se alejó, pero no se fue, no era ningún cobarde; era un rey, un omega dominante y un hombre entrenado por el ejército Sokoviano.
La mano del soldado lanzó algo negro al suelo, algo que de inmediato Zemo supuso era su bozal negro. Ahora, el rostro del alfa se dejaba ver con claridad, mostrando su barba apenas crecida, unos colmillos temibles se asomaban amenazantes ante el otro alfa. Había una cicatriz que cruzaba su labio, heridas de batallas pasadas. Sus orejas blancas con destellos grisáceos se mantenían en punta, totalmente alerta y a la defensiva.
Aquel intruso amenazante comenzó a avanzar más rápido, mientras en el camino, se volvió a su forma animal. El soldado, sin pensarlo dos veces, soltó un gravísimo gruñido, para así dar paso a su forma animal. Su ropa se rompió en mil pedazos al dar camino a su forma de lobo ártico, solo su brazo biónico se transformó en una pata de lobo; sin duda, ese era un brazo muy avanzado para los años 50s.
Helmut se asustó al ver cómo aquel alfa en forma de un lobo tundra mordió con ferocidad el cuello del lobo ártico, el cual era su guardia. El soldado gruñó con furia y regresó la mordida de una manera más fuerte y salvaje, logrando arrancar un trozo de oreja del lobo más pequeño.
El salón se volvió una jaula de pelea en ese instante, mordidas a diestra y siniestra. El soldado daba golpes de vez en cuando con su pata de metal, provocando un severo daño y dolor en el otro. La batalla estaba siendo ganada por el soldado del invierno, quién ya tenía a sus pies a ese alfa. El soldado dió su último ataque mordiendo con fuerza el cuello del otro lobo, quién chillo en agonía. El lobo ártico levantó su cabeza, con un trozo del cuello de aquel lobo. El pelaje blanco y hermoso del lobo estaba lleno de un rojo carmín.
Volvió a su forma humana, callo de rodillas cansado por la batalla. Giró su cabeza para ver el rostro aterrorizado y consternado de su amo.
Helmut observó como el cuerpo desnudo de su guardia se acercaba a él. Su guardia estaba lleno de sangre del pecho y boca, en especial de la boca, de esta escurría sangre a montones. El soldado tomo el bozal del suelo, le dió una mirada a su amo, y se coloco aquel bozal negro, para que su amo no pudiese ver su fea cicatriz, ni sus aterradores dientes envueltos en sangre.
