cómo dice el título, es un OMEGACEMBER.
durante todo el mes de diciembre estaré publicando pequeños one-shots unicamente omegaverse sobre el Shipp WinterBaron. la idea fue propuesta por la página de facebook, "es de fanfics".
Helmut y James, el primero un omega de la alta con educación intachable, lengua de oro y una actitud encantadora. Por otro lado tenemos a James, mejor conocido como Bucky en su barrio, un alfa que venía de la media, con un vocabulario vulgar, cuerpo delgado y lleno de tatuajes. El tipo no había terminado ni la preparatoria; además, con una clara brecha de edades. Helmut en sus joviales y brillantes veintiséis y James en sus maduros y aseñorados treinta y nueve. Con las claras diferencias entre ambos personajes, uno pensaría que su relación jamás llegaría a ser, pero el destino decidió que sería divertido ver ese amorío, porque, en efecto, ambos eran destinados.
El padre del más joven aceptó su relación a regañadientes, puesto que no podía actuar en contra del destino. No le agradaba en su totalidad el alfa, pero mientras hiciera feliz a su hijo todo estaría bien. La madre de Zemo, era totalmente distinta a su esposo, ella amaba a su nuero, le parecía único y especial, alguien que jamás había visto, con un estilo y actitud vibrante.
—James, vendré más tarde—tomó su sudadera morada y se la colocó.
—¿A dónde tan peinado, Chaparro?—levantó una ceja.
—Quede de verme con Walker. Regreso más tarde, bye—le dió un beso volador.
—Hey, no, aguanta.
Helmut espero a su novio, quién se levantó del sofá y lo tomó de la mano.
—Despídete bien, Chaparro—le sonrió.
Helmut rodó los ojos y se acercó para darle un beso en los labios.
—¿Para que te quiere o que el mendigo perro parado ese?
—Quiere que le ayude a comprar un regalo para su novio, ¿Lo recuerdas?
—Nel, al chile no me acuerdo.
—Lemmar, es uno moreno. Es beta, lo conocimos en la cena de la semana pasada.
—Ah ya, ya me acordé. El que le rellena el tamal a Walker.
—¡James!—le dió un ligero golpe mientras la risa le ganaba.
—Es la verdad, él te dijo y tú me dijiste.
—Si, pero no hay porque divulgarlo a los cuatro vientos, Cariño.
—Meh, da igual. Aún así, ven aquí.
Barnes lo abrazó y restregó su cara en la cabeza de su omega. Bucky pasó sus manos por los brazos y piernas del omega, como también todo su pecho.
—Listo—sonrió satisfecho el alfa.
—¿Acabas de impregnarme con tu aroma?
—Simón, digo: chi.
—¿Para qué?
—Sólo marcó territorio, dale gracias al todopoderoso que no te mie.
—¡No seas, marrano, Buchanan!
—Sólo juego...No me digas así, yo soy tu chiquiguapi.
—JAJAJA, que cosas dices. Bueno, me voy, nos vemos.
Se dieron un beso y Helmut partió en dirección de Walker, quién al verlo frunció el ceño y la nariz.
—Apestas a James.
—Si lo sé.
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En el capítulo de hoy, este Bucky con este Zemo
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